Capítulo 2

73 11 10
                                    

Había pasado dos días desde que Mariana se empeñó en su mayor proyecto de vida: buscar un novio. Ni siquiera a las pesquisas que hacía para sus libros tomaron tanto dolor de cabeza como la de encontrar un hombre para hacerse pasar por su novio, principalmente, viajar con ella por três meses para vivir prácticamente cómo marido e mujer. Antes de seguir la búsqueda junto a Marina, pensó que podría hacer la propuesta para un amigo pero Rodolfo conocía todos sus amigos, así que descartó la idea de inmediato, a parte que ninguna persona con la consciencia sana aceptaría un papel tan ridículo como este.

Su sobrina casi se mudó para su departamento para ayudarla a buscar el tipo perfecto, el website que había dicho no había ningún ser humano que agradaba a su tía. Prudencia estaba siempre al lado, reprochando a ambas, tratando a Mariana como si también fuera su hija, pero ella sabía que por dentro su hermana mayor apenas quería divertirse a cuesta de su desesperación y pagar para ver hasta dónde iba toda esta locura que apenas una mente mirabolante de una escritora era capaz de armar. Seguramente Prudencia también estaba planeando en su cabeza un modo de ablandar las cosas para cuando su padre se enterase de toda la verdad y todo ardiera Troya cómo ella siempre estaba acostumbrada a decir.

Miércoles por la tarde y Mariana estaba sentada en su café favorito junto a su laptop y una taza de capuccino acompañada de una rebanada de pastel de fresas. Cualquier pessoa que la observaba estaba seguro de que su empeño en escribir un hermoso best seller era gigante, pero en realidad, apenas estaba dispuesta a no levantar el trasero de la silla hasta que encontrase su acompañante. Por suerte, el sitio estaba actualizado y aparecieron nuevos tipos ofreciendo sus servicios. Mariana agradeció por su pantalla estar voltada a la pared y que nadie notase el erotismo qué aparecía ahí, eran muchos del sexo masculino mostrando más de lo que debía y la mayoría joven, guapo y con un sexo de dar envidia a cualquiera. Ella frunció los labios sintiendo la abstinencia en tan sólo observar las fotografías, no había tenido sexo desde que terminó sus citas aleatorias con Julio Olmedo, un tipo joven que conoció durante un viaje que hizo con su hermano Sergio para Barcelona.

Seguia enfocada en decidir cuál elegir, ninguno le pareció el indicado, todos eran jóvenes y no tenia nada en contra porqué incluso se había relacionado con muchos a lo largo de su vida, podría decir que era la mujer madura que más se acostó con tipos en la casa de los veinte a treinta años, pero su padre no iba a tragar este cuento si apareciera con un muchacho menor que ella, era tradicional lo suficiente para unir que dos y dos son cuatro y que todo no pasaba de una mentira. Cuando Mariana estaba a punto de desistir, apareció una foto como última opción en la gigante lista. Era un hombre que por fin llevaba trajes y trajes elegantes, totalmente distinto de los demás, que incluso la hizo pensar si estaba en el lugar correcto, al menos estaba segura de que alguien pensaba que no solo de cuerpo perfecto vivía el ser humano. Tenía gafas de sol, un rostro que parecía dibujado y adornado por una barba, al pie de la fotografía estaba un numero para contacto, nada de descripción sobre tamaño de miembros o lo bueno que hace en la cama. Mariana amplió la imagen, era un hombre maduro, exactamente un tipo que se interesaría fácil si encontrase en una discoteca cualquier o en un restaurante familiar, nunca desconfiaría que era un scort.

Antes de llamar al número, Mariana reflexiona durante unos pocos minutos. Ya estaba totalmente jodida con esta historia, un dedo poco de sal más en esta herida no la iba a matar, no le iba a costar nada intentarlo y ahora era ella quien estaba dispuesta a ver hasta donde iba toda esta locura en que se metió. Mientras aguardaba que alguien contestase al otro lado, su mano sudaba sobretodo entre los dedos, se reprochó por lo nerviosa que estaba. No iba a acostarse con él, no lo estaba llamando para llevarlo a la cama, apenas quería hablar...

- ¡Bueno!

- Ah... Hola... Umh...

- ¿Hola? - Una sonrisa ronca invade el oído de Mariana.

El Acompañante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora