2: Esto apenas comienza.

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Ushio:

-¡ya bajo! Exclamé, mientras me colocaba mis medias, cuidándome de tropezar erróneamente, soy algo despistada.

¿que tal será mi nuevo instituto?. ¿tendré amigos?. Deben haber chicos lindos. ¿debería hacer amigos?. Pensamientos así rondaban por mi cabeza, pero quiero pensar que todo estará bien.

Bajé las escaleras, ya lista. En la cocina se encontraban las personas a las que debía llamar padres y hermano. Eran las personas que me habían elegido para estar en su vida, y eso había hecho que les tomara cierto grado de cariño.

Mi "padre" cuyo cabello era canoso, sus ojos grises, y la piel color canela, recibía el nombre de Naku Mataro. Mi "madre" tenía el cabello teñido de marrón, sus cejas indicaban que su color de cabello natural era negro. Sus ojos eran color miel, su nombre era Karla Shikaru. Un muy lindo nombre, me contó que su madre era de Norteamerica. Ya olvidé el nombre exacto del país, soy terrible en Geografía. Y finalmente, mi "hermano", sus rasgos eran iguales a los de padre, exceptuando el cabello, que se caracterizaba por rizos dorados. El era molesto, creo que no le gustó el hecho de mi llegada a ese hogar; su nombre era Hikaru Mataro. Ya se acostumbraría, supongo.

Luego de la muerte de mi padre, tuve que pasar por muchas cosas. Terribles. Mi madre nos abandonó, sin dejar rastro alguno; sin causa, y sin piedad.

-¡Buenos días!- Dije luego de abrazar a madre.

-Buenos días...- Dijeron a coro, perfectamente sincronizados.

-Deberías retirarte, ya es tarde, y es tu primer día de escuela.- Agregó padre, con un hermoso brillo en los ojos, tal vez estaba emocionado. Sólo esas palabras bastaron para que yo decidiera partir.

Así, llegué a aquel lugar. Un hermoso edificio pintado de blanco, lucía impecable. Entré sin dudarlo; estaba emocionada, todo estaría bien. O eso era lo que yo pensé.

Luego de preguntar cerca de treinta veces "¿Donde queda el aula 3B?" Finalmente pude llegar.

-Ushio, llegas tarde. ¿acaso la marea te impidió llegar? Dijo la profesora con una pequeña sonrisa maliciosa.

Hizo una broma sobre mi nombre, lo que hizo que toda la clase se riera de mi. Excepto un chico, que se sentaba en un rincón aislado de la clase. Sentí un leve odio hacia la profesora, sin embargo procedí a buscar un asiento.

El único lugar disponible era al lado de ese chico. Al parecer no le importó mi presencia, seguía apegado a ese manga gore.

-H... Hola.- intenté decirle con cierta timidez. El solo se limitó a hacer un gesto con la boca; era algo como una sonrisa, no lo tenía muy claro.

Aquel chico era extraño, misterioso. Sus ojos eran café oscuro, casi negro; su cabello también café oscuro, pero se definía muy bien el color. Su piel estaba pálida, y su boca era sorprendentemente roja. En resumen, me pareció apuesto.

Cerró; entonces, su manga. Y dirigió su mirada hacia mi, articulando estas palabras:

-Eres la nueva, ¿no? Pues, ya que es así, dejame explicarte de que va esto. Ellos son los ricos, populares, como quieras llamarlos.-Señaló un gran grupo de chicos altos y chicas con faldas cortas.- ellos son los nerds, cerebritos, siempre con la mirada empotrada en el pizarrón.-Señaló, esta vez, un pequeño grupo de chicos con lentes, y chicas con mucho acné.- Están los intermedio, cuyo comportamiento es irrelevante para mi. Y... Finalmente, estoy yo. Sólo yo. Puedes unirte a mí, si quieres; me considero bastante interesante, para ser sincero.- Dijo, dibujando una hermosa sonrisa en su rostro.- La verdad me siento sólo, todos mis amigos se han ido, muy lejos.- Su sonrisa se borró, y bajó la mirada.

- Oh... Lo siento.- Le dije, mostrando cierta vergüenza.

- No te preocupes. Por cierto... ¿cual es tu nombre? Yo soy... Mikano Sayato. Preferiría que me llamases Saya. O sólo Sayato, si así lo prefieres.

- Soy Ushio Yatoshi. Llámame como desees.

- Está bien, Angélica.- Dijo, con una mirada seria.

- ¿EH?.- Dije desconcertada.

- Dijiste "llámame como quieras", eso hice.

- Yato, dime Yato.- Quise fulminarlo con la mirada, pero hizo caso omiso a esta.

*Suena la campana del receso*.

-Vamos, tenemos que ir a muchos lugares, Yato-chan.- Dijo, jalandome de la mano.

-¿¡Eh!? ¡Espera, Saya-kun!

-Yo no nací para esperar, vamos, te enseñaré el instituto, tienes mucho que ver.- Dijo, sin expresión alguna.

Y... Así, fue como todo empezó.


La Inocencia de un AsesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora