EL ERMITAÑO ESTEPARIO Y LA ASTROMELIA FUGAZ

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Érase una vez, un ermitaño desamparado
Vivía oculto en su cueva, solo y retirado.
Nadie se acercaba a él, todos le huían
Y aquel que quisiese ser su amigo, era víctima de su egolatría.

"Pobre ermitaño" decían todos de él
No sabe amar ni tampoco querer
"Pobre de mí" se lamentaba con desdén
Temo al amor y a tocar otra piel.

Muchos intentaron hablarle
Le ofrecieron una amistad pura y sincera
El ermitaño era cobarde
Los acogía, desconfiaba, y huía a la primera.

Nunca se arrepintió de lastimar a otros
Era egoísta, orgulloso y cruel.
Bien conocido por dejar corazones rotos
Un imbécil sin dudas, era aquel.

La gente le daba flores para decorar la cueva donde vivía.
Él las aceptaba, las olvidaba, y estas morían.
Nadie se atrevió de nuevo a terminar con su soledad
Lo dejaron solo y miserable, para que se hundiera en su pesar.

Pero hubo alguien, que quiso un último intento hacer.
Y aunque este se negara, ella se quedó junto a él.
Una joven astromelia, le ofreció su amistad
Abrazó la soledad del ermitaño, con mucha calidad.

El ermitaño la ignoró, no la regó, ni cuidó
La astromelia enfermó, decayó y por poco marchitó
El Ermitaño se preocupó, casi lloró y la salvó
La astromelia agradeció, se acercó y le susurró:

"No eres tan cruel, ruin y desalmado
Tienes un corazón bueno y puro, aunque algo lastimado"

¡Aléjate!
¿Cómo podrías ser amiga de alguien que casi te deja morir?

No me iré
Tus ojos suplican que me quede junto a ti.

Eso no es así
O, quizás sí, pero temo cuánto esto me pueda herir.

Te enseñaré que vivir...
Es aceptar lo bueno, lo malo, y añorar un mejor porvenir.

El Ermitaño y la Astromelia se quedaron juntos desde aquel día
Él la cuidaba, la regaba y protegía.
La gente del pueblo se sorprendía, nadie lo creía.
Pero era cierto, el Ermitaño solitario conoció la compañía.

La Astromelia crecía cada día que pasó.
Y poco a poco, el jardín también creció
Lugar lleno de vida se volvió
Y así el ermitaño, el amor conoció.

Amaba su jardín, lleno de girasoles y carmines.
Árboles de frutos, rosas y jazmines.
Aves y animales venían a verlo
Y él, las recibía con cariño sincero.

Todo tiene un inicio y un fin
Y así, luego de un tiempo, la astromelia tuvo que morir.
El Ermitaño lloró, perdió a su primera amiga
Pero nunca olvidó la lección aprendida
Aunque ella ya no estaba, en su corazón seguía viva.

El ermitaño, plantó las semillas que ella le dejó
Las cuidó y las protegió
Una vez florecieron, a la gente él las repartió.
Pues, la astromelia así se lo pidió.

"No vuelvas a la soledad cuando yo me vaya.
No te aísles, no pongas entre tú y el mundo una raya.
Si yo, una simple planta, te hizo recordar que eras humano.
Ve y muéstrales a otros, que la soledad obligada no es algo sano".

El ermitaño repartió todas las Astromelias que tuvo
A la vez que cuidaba de su jardín.
Y un día, la tarde que su corazón latir más no pudo
Logró descansar al fin.

Enterrado en el mismo lugar en el que encontró a Astromelia
Se encontraba una escritura grabada en piedra:

"Aquí descansa el ermitaño solitario
Conocido por vivir como un lobo estepario
Duerme junto a su mejor amiga, una astromelia con sagacidad
Quien que lo salvó al matar su soledad"

—Kevinicio JH: El ermitaño estepario y la Astromelia Fugaz. (A veces las amistades tienen que terminar)

Pseudo Escritor: Escribo, Luego... Existo. (Relatos, Poesía Y Dramaturgia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora