APOCALIPSIS

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"Han pasado muchos años desde aquella vez, ahora ya no queda nada en este planeta, sólo áridos desiertos, un aborrecible calor durante el día, y un frío castigador por la noche, lo único que diferencia a este planeta de Mercurio es que el sol sigue saliendo después de 12 horas. Creo que hoy finalmente será el día del Apocalipsis, a diario ocurren terremotos, tsunamis, tornados, explosiones volcánicas y lluvias ácidas en todo el planeta. El pronóstico para hoy: Caída de bombas atómicas.

Lo sé, es triste pero no hay más opciones, hemos destruído este planeta hasta el cansancio, podemos ponerle fin a nuestra existencia nosotros mismos o que las catástrofes terminen con los pocos humanos que quedamos.

No me siento mal por ellos ni por mí, el ser humano siempre ha sido una especie repugnante y egoísta, el don del razocinio es también nuestra maldición, porque a pesar de poder crear, elegimos destruir, o crear cosas destructivas.

Me siento mal por los pocos animales que quedan, espero algunos sobrevivan, evolucionen mejor que nosotros y no cometan nuestros errores... ¡Bah! ¿A quien engaño? No quedará nada después de hoy, ni siquiera rastro de este diario.

Me limitaré a seguir bebiendo y fumando, leyendo mis viejas notas y que el intenso calor me haga alucinar, así volveré a aquellos días, los días donde el amor aún existía, cuando el Arte todavía estaba presente en todos.
Esperaré pacientemente a que sean las 12, esa es la hora definida para la extinción.

Fueron las últimas palabras escritas por el autor, un hombre viejo y canoso que estaba sentado en una vieja silla de un automóvil, usando una gran roca como escritorio para apoyar su diario, quizás el último libro que quedaba.

Aquel diario no tenía muchas páginas, el paso del tiempo arruinó muchas de ellas, pero intentó leer las que aún contenían letras visibles.

Han pasado décadas desde que el arte fue prohibida, no más pintura, no más música, no más libros, ni baile o teatro. Se nos dijo que esto era algo que nos sacaba de la realidad y nos volvía estúpidos, la única inteligencia a la que nos obligaron seguir fue la numérica, los "estúpidos" (según los llamaban) fueron asesinados. Cazaron y mutilaron a cada artista del mundo, fue peor que la misma "Santa Inquisición".

Los únicos libros que se permitían debían ser sobre números, los teatros ahora eran usados para conferencias sobre matemáticas, la pintura sólo existía en gráficos que tuvieran que ver con razonamiento numérico.
Recuerdo a mi profesor decir que "las matemáticas están en todos lados" ¡Era un ignorante! ¿Acaso no sabía que las letras existieron antes que los números? ¿Que la música misma viene desde nuestros antepasados Neandertales? ¿Que ellos pintaban en sus cuevas sobre su día a día?

Mi profesor era un imbécil, todos a mi alrededor lo fueron, y yo también lo fui. Desde que era niño hasta mi adultez, nunca hablé sobre el amor que sentía por el arte.

Éste comenzó desde que oí a las aves cantar mientras miraba el atardecer y las olas se movían armoniosamente, enamorando mis ojos y sabiendo que yo también era un artista, pero vivía ocultándome detrás una máscara, la de un idiota que sobrelarovaba la inteligencia numérica antes que su inteligencia artística.

El mundo cada vez se pudría más y más en la miseria, las personas éramos calcudoras andantes, trabajando 16 horas al día, explotando los recursos de este planeta. Sin arte a la cual acudir nos convertimos en "zombies". Todo fue peor con la guerra de...

- ¡Carajo! - gritó el hombre - Esta parte del libro está irreconocible, bueno, tampoco es que quiera recordar los tiempos de guerra - dijo mientras acariciaba su pierna amputada - Veamos... La historia sigue aquí.

Estaba huyendo del enemigo, en una una vieja ciudad que fue abandonada hace décadas, intenté ocultarme en una vecindad que había sido consumida por las llamas.

Entré en una de las residencias y encontré un pasadizo oculto debajo de la cama, éste me llevó hacia una habitación secreta. ¡Estaba llena de todo lo que necesitaba! Habían libros, pinturas, un viejo reproductor de música y video.
Sacié mi sed de conocimiento hasta embriagarme de ella, leí cada libro, escuché todas las piezas musicales, admiré todas las pinturas y vi cada película y video de danza hasta caer en un coma Art-ílico.

Pasé muchos años viviendo en esa vieja habitación, tenía tantas provisiones que podía durar décadas ahí, no me importaba comer carne seca y beber agua de lluvia. ¡Todas mis demás necesidades estaban siendo satisfechas!

Quisiera haberme quedado ahí por siempre, sólo pude estar por 5 años, la ciudad fue bombardeada. En ese ataque perdí mi pierna derecha, me las arreglé para huir y ahora vivo como un nómada que va de aquí a allá en busca de saciar su sed. Pero no, ese día borraron lo último del arte que quedaba en el mundo, pero no al último artista.

La guerra y explotación de recursos (el ser humando) ha dejado este planeta seco. Se sugiere una extinción total usando armas nucleares, espero lo hagan pronto, sin el arte mi vida no tiene sentido, sólo no me he vuelto loco gracias a este diario que pude rescatar.

—Y así vuelvo a lo que escribí hoy. —Dijo el anciano - Son las 11:57, me quedan 3 minutos de vida a este planeta.

Se levantó de su silla, tomó su muleta y caminó hasta fuera de la cabaña de paja en la que estaba viviendo (pertenecía a una comunidad de sobrevivientes de la guerra) contempló el árido paisaje, muerto por donde se viera.

—Al menos moriré siendo más inteligente que todos en este planeta, ellos podrán haber sido genios de cálculo, pero yo, además de eso, fui un erudito en el arte. Eso me basta.

El anciano vio a lo lejos como los misiles comenzaron a acercarse hacia su pequeño poblado, la gente, entre gritos y desesperación, intentó huir, pero él abrió los brazos, soltó una lágrima y recibió a la muerte como una vieja amiga.

Pseudo Escritor: Escribo, Luego... Existo. (Relatos, Poesía Y Dramaturgia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora