Capítulo 2: El dragón caído

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Capítulo 2: El dragón caído

O los liquidamos o ellos nos liquidan – La voz de Estoico resonaba en el salón de reuniones, estaban viendo como deshacerse de los dragones por quinta vez en el año – solo así nos libraremos de ellos, si hallamos el nido y los destruimos los dragones se irán, se buscarán otro hogar – les recordó a todos antes de clavar su puñal en el mapa que estaba frente a él – una búsqueda más, antes de las heladas – ordenó antes de mirar al resto del pueblo.

Quienes van nunca regresan – habló uno de ellos algo inseguro por la orden que había dado, poco a poco todos le fueron dando la razón al aldeano que lo había dicho, después de todo su comentario era muy acertado, casi el veinte porciento de los vikingos que iban a esas búsquedas no volvían a sus hogares, ellos no querían volver a arriesgarse.

Somos vikingos, eso es gaje del oficio – comentó restándole importancia – ¿Quién está conmigo? – al ver que todos murmuraban bastante indecisos decidió jugar una carta más – muy bien... los que se queden cuidarán a Hipo – nada más decir que ellos estarían a cargo de su hijo todos se ofrecieron para viajar, su sonrisa se amplió al ver que casi todos querían ir con él después del comentario – así está mejor – elogió, luego de dar la señal se fueron retirando poco a poco hacia sus hogares para poder empacar sus pertenencias.

Bien, empacaré mis calzones – el comentario poco sutil de bocón no tardó en llegar, le había dado un buen sorbo a su botella de hidromiel antes de estampar el botellón en la mesa, el jefe le negó de inmediato.

No, necesito que te quedes y entrenes nuevos reclutas – le pidió calmado, Bocón se sorprendió ante su petición debido a lo que eso significaba, luego de pensarlo breves segundos decidió utilizar ese comentario a su favor.

Ha, perfecto y mientras esté ocupado Hipo cuidará el horno, fundirá el metal, afilará espadas, estará mucho tiempo solo ¿Qué podría salir mal? – le preguntó con obvio sarcasmo antes de escucharlo suspirar, lo dejo hablando luego de darse cuenta de que su diente falso había caído en su botella vacía de hidromiel.

¿Qué voy a hacer con él Bocón? – le preguntó con cansancio sin notar que él buscaba su diente de repuesto en el botellón que antes contenía cerveza.

Que entrene con los otros – sugirió sin pensarlo, lo volvió a mirar solo para darse cuenta de lo que había dicho.

No, hablo en serio – exigió con frustración, Hipo era demasiado delgado y débil, era obvio  para él que no sobreviviría a los fuertes entrenamientos.

También yo – comentó algo perplejo al ver que no le creyó, eso hasta escuchar su suspiro de exasperación

Estará muerto antes de que saques al primer dragón de su jaula – recordó con leve exasperación antes de que se escuchara un quejido de su compañero, odiaba que Estoico le tuviera tan poca fe a su hijo.

Eso no te consta – se quejó como consecuencia.

Claro que sí estoy seguro – comentó sin interés en una discusión.

Claro que no – protestó de nuevo con irritación, ya se estaba hartando de sus negaciones y estaba a punto de ceder al comentario que Hipo había dicho horas antes haciendo referencia a que su padre jamás escuchaba.

De hecho, lo sé – volvió a hablar, fue la gota que derramó el baso.

¡Claro que no! – le gritó para callarlo, no funciono.

¡Escucha! – gritó de nuevo por la misma razón, Bocón estaba a punto de lanzarle el botellón en la cabeza – ya lo conoces, desde que empezó a gatear fue... diferente – mientras divagaba en su monólogo Bocón intentaba sacar su diente protésico del jarrón de cerveza, había quedado atrapado y no lo podía sacar solamente con su otra mano, ya estaba hartándose – no escucha, tiene la atención de un gorrión, lo llevo a pescar y se pone a cazar... ¡A cazar troles! – se quejó.

Mi mejor amigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora