Fuente: Pinterest
LIAM
"Según algunas fuentes, el misil Ninja no depende de una ojiva explosiva para destruir o matar a su objetivo. Utiliza la velocidad, la precisión y la energía cinética de un misil de 45 kilos disparado desde hasta 20.000 pies de altura y armado con seis palas que se despliegan en los últimos momentos antes del impacto. El misil Ninja es el último intento, hasta el momento, de apuntar con precisión y matar a una sola persona".
Interesante... , pienso mientras que aprieto el mango del acelerador de mi Harley-Davidson.
Me acomodo el casco y me limpio el sudor, ya que, aunque estémos básicamente a finales de septiembre, el calor hoy es abrasador y parece más bien un día de verano. Como si eso fuera poco, el tráfico está bastante condensado, de hecho hay hasta embotellamientos de tránsito cada diez minutos.
¡Joder!, maldigo y aprieto la boca.
El sonido del intercomunicador me interrumpe y contesto sin usar el manillar de mi móvil.
—Liam... —reconozco la voz enseguida, aunque no haya visto quién me llama.
—¡Ohhh guerrero! —exclamo más que feliz por hablar con mi amigo después de tiempo sin saber de él—Por fin das señales de vida. No me digas que te ha secuestrado alguna tipa en la Costa Azul y no quería soltarte.
—Sí, ¡no una sino dos! —gruñe este de vuelta, con el mismo tono neutro que emplea siempre.
Lo cierto es que mi amigo Brian es una persona un tanto peculiar, lo que tiene de profesional y disciplinado, tiene de soso y borde. Pero como lo conozco, soy yo el que sazona sus borderías con mi humor, a veces un tanto excesivo.
—¡Ahh, mejor! —le sigo el rollo con una risa—. Así una la reservas para mí, aunque no te preocupes... ¡prometo ser bueno y reservarte una a ti si me acompañas esta semana a Ibiza!
Oigo su bufido en el teléfono, señal de que no, pese a que no sería mala idea que Brian me acompañara a las islas, aunque recién llegue de Europa. No sería la primera vez que viajaríamos a Europa dos veces en menos de una semana.
—Ajamm —ronronea este con ese escepticismo que tanto lo caracteriza—. A ver si en vez de reservar mujeres te reservas para el trabajo. Te necesito, ¿ok?
—Pues... tenía planes.
—¡Aplázalos! —me ordena.
¡Por dios! Pongo los ojos en blanco, ya sé para qué es y odio tener que cambiar el vuelo a Ibiza y mis planes. Aún así, al mismo tiempo pienso que para que él me necesite a mí, debe ser algo importante y el trabajo, por supuesto, prima siempre. Mi amigo me enseñó muy bien la lección. Según él, como que si llega el Holcausto, hay que trabajar.
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Ninfa
RomanceROBERTA MONTICELLI jamás pensó que estudiaría en la prestigiosa Universidad de Harvard. Ella sueña con desfilar sobre la pasarela, pero también trabajar detrás de ella, dando rienda suelta a su imaginación y creando magia mediante sus diseños. Sin e...