4. ¡LARGO DE AQUÍ!

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BRAM

—¿Qué café tomas? —le pregunto amable.

Aquella rubia me mira asombrada no sé por qué razón y aprieta un bolso oscuro de marca a su pecho, mientras guarda el dichoso monedero. Solamente la he invitado a tomarse un café conmigo, al ver que se ha quedado sin monedas, y no a chuparme la polla.

¡Qué tanta intriga!

—Ninguno ya —me responde esta relajada y mira detrás de ella repentinamente. Intento ver qué cojones está buscando con la mirada cuando noto que me aparta la vista así como así, e insiste sobre alguien.

—¿Ninguno? —alzo una ceja, bastante interrogativo.

—No quiero café, estoy bien.

Entonces, me quito las gafas, para poder verla mejor y analizar cada gesto suyo. Su rostro se asemeja mucho al de una muñeca Barbie y la línea de sus curvas quedan bien dibujadas debajo de aquella falda y top. Solo que hay algo en su actitud que me desconcierta, es como si me mirara por el rabillo del ojo con interés, pero a la vez me evitara.

Pongo una mueca cuando me doy cuenta de que, efectivamente, la tipa pasa de mí, aunque lo cierto es que no me puede engañar. No a un hombre como yo, el cual olfateo a las mujeres en un visto y no visto, y cuyo sexto sentido está más desarrollado que sus tetas, que no paro de mirar sin querer —o queriendo. Esa pequeña cremallera en lo alto de su top de color blanco incita descaradamente a ser domada.

—Me gusta tu cremallera —le hago un gesto con la cabeza, de modo que le vuelvo a llamar la atención.

—Pensaba que dirías que te gustan mis ojos.

—También —le suelto—pero no me gustan tanto si rechazas mi café.

El metal y el latex son mi perdición, aparte de los piercing y me pregunto si ella tiene alguno, ya que no percibo ninguno a la vista. Yo tengo uno en la punta de mi pene, y otro en uno de mis pezones. Disfruté mucho cuando me los hice, saboreé cada pequeño e intenso dolor que mi cuerpo experimentó, ya que los piercing son una de mis preferencia para sentir el extásis, como si fuera un botón que espera ser activado. Me provoca placer aquel dolor tan caracterisico, pero también el de las punzadas que me induce la maquina tatuadora, al hacerme los tatuajes. Desafortunadamente, no podré acumular más tatuajes, ya que "mi senador", como apodo al jefe de la casa en modo jocoso, no me lo permite. Un futuro abogado de éxito de Estados Unidos no puede tener tatuajes, sería una vergüenza. Bueno, lo de futuro abogado... ya se verá.

—No acepto cosas de alguien que no conozco—su voz pasiva me trae de vuelta a la realidad.

—¿Ahh no?

Me gustaría ver si opinara lo mismo si le entregara las llaves de un Porsche bien nuevo.

¡Qué chica más hipócrita!

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2023 ⏰

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