3. SIN LÍMITES, NI REGLAS

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Fuente: Pinterest

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BERTA

Oh, bebé, venga, déjame conocerte

Solo una oportunidad para mostrarte

Que no te dejaré ni huiré

No, no te dejaré ni huiré

Porque yo podría ser la elegida

Yo podría ser la elegida

Yo podría ser la elegida

.....

La canción "Be the one" de Dua Lipa marca el ritmo de mis pasos cuando piso decidida sobre una alargada tarima bordeada de una rica variedad de flores artificiales, que adornan los bordes. Las flores son blancas y negras y entonan de maravilla con la temática del desfile de hoy, "En blanco y negro", además de combinar a la perfección con el suelo de la imperiosa tarima, la cual se asemeja a un tablero de ajedrez.

La ajustada falda lápiz y la chaqueta, al igual que el amplio sombrero que reposa sobre mi cabeza van a juego con los colores, y hasta con el maquillaje. Las sombras de mis ojos es oscura, y el pintalabios elegido para hoy es un tanto gótico, puesto que sigue la misma tonalidad del color negro, aunque con unos brillos sútiles. Quedo más que encantada con el diseño, producto final de mi inspiración en el jaque, y así queda reflejado en todos los atuendos de todos los modelos de esta noche. Todas las piezas presentadas tienen algo en común y eso es que la mitad de la prenda es de color negro, y la otra mitad de color blanco, incluido mi conjunto de falda y chaqueta.

Me aplaudo a mí misma feliz de la vida en mi interior. Mis pasos son decididos y sé que el momento más emocionante ha llegando.

—Señoras y señores... —oigo la voz potente, la cual resuena en los altavoces—, les presento a Roberta Monticelli, la creadora de esta maravillosa colección de otoño, "En blanco y negro" y que verdaderamente ha dejado en jaque mate nuestros sentidos esta noche. ¡Un gran aplauso!

Ejecuto varias poses cuando llego al final de la alargada tarima, cambiándome de un pie a otro sobre los altos stilettos y aqpretando mis manos en mis caderas, mientras que les regalo a todos los presentes una gran sonrisa. Acto seguido, muevo mi vista por la sofisticada sala con suma elegancia e intento abarcar a todos los invitados, en gran parte rostros conocidos de la prensa, protagonista del deslumbrante flash, que no cesa.

Pero en realidad, mi mirada lo busca a él. Y, aunque no lo vea, sé que está en algún lado de la sala admirándome y acechándome desde la penumbra. Mi vista corre de un lado a otro mientras el techo queda iluminado por una gran imagen de dos piezas de ajedrez, que reflejan al rey y a la reina. Una dualidad de blanco y negro perfecta, la cual ilumina la sala —hasta entonces inmersa en la oscuridad— como si de la misma luna se tratase, alumbrando la noche.

NinfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora