Capítulo 2

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Effy siempre igual, siempre me hace lo mismo. Me enciendo un cigarro y me siento en el banco. Veo como los niños de primaria salen al recreo. Son felices, corren detrás de un balón, gritan. Nada ni nadie les quita la sonrisa. A veces me gustaría vovler atrás, a esa época donde no dabas importancia a nada, donde tenías amigos por todas partes. Volver atrás para cambiarlo todo, para cambiar el presente y quizás el futuro. Pero no puedes. 

Tiro el cigarro al suelo y me voy. Camino por las calles mirando al suelo. No me importa lo que pasa a mi alrededor. Noto que la gente me mira. Supongo que será porque tengo todo el maquillaje corrido de tanto llorar. Pero eso no me preocupa, estoy pensando cómo haré para saltarme la comida sin tener que aguantar las quejas de mi madre. 

Llego a casa, dejo la mochila y el abrigo en el suelo y voy a la cocina. Mi madre está haciendo la comida. Macarrones con tomate. 

_¡Cassie! ¿Qué haces aquí? ¿No tendrías que estar en clase todavía? - Me pregunta mi madre al verme entrar por la puerta.

_Sí, bueno, es que la profesora de Filosofía se ha tenido que ir... al hospital..- Es lo primero que se me ocurre. No quiero que sepa que tengo más faltas de asistencia. No me gusta verla mal.

_Ah, vale. He echo macarrones, ¿quieres? - me dice con una sonrisa.

_Ermm.. no, ya he comido algo con Effy, ya sabes que está todo el día con bolsas de patatas, gominolas, etc.. - respondo mientras salgo de la cocina sin esperar una respuesta.

Subo de dos en dos los escalones hasta mi habitación. Estoy algo  mareada, así que me tumbo en la cama. Abro el ordenador y entro a twitter. 15 nuevos seguidores, menciones, RT's.. y un mensaje. 

En ese momento no sabía que ese mensaje sería el que daría a mi vida un giro de 180 grados. 

Lo abro, con curiosidad. Es de un tal Alex, que me empezó a seguir hace tiempo. Es el típico chico guapo con más de mil seguidores, más conocido como un ''Tuitstar'' que decimos ahora. Abro el mensaje, sin esperar nada nuevo.

*Hola, sé que no nos conocemos de nada. Llevo mucho tiempo leyendo tus tweets. Sé por lo que estás pasando y quería decirte que me tienes aquí si algún día necesitas hablar o.. bueno, algo. Un beso princesa*

No le doy mucha importancia, al día recibo muchos mensajes de este estilo (en mi otra cuenta, claro, la personal apenas la uso) de gente que intenta apoyarte. Lo hacen con todas sus buenas intenciones, sí. Pero no se dan cuenta de que unas simples palabras no ayudan, simplemente te sacan una sonrisa de dos segundos y ya. O ni eso. 

Le contesto como a todos: ''Muchas gracias, en serio, yo también estoy aquí para lo que necesites bla bla bla. Un beso''

Echo un vistazo a mi TL, veo la palabra gorda por todas partes. Chicas con cuentas secretas en las que se desahogan sin el miedo a ser juzgadas por lo que dicen y por lo que piensan; y cuentan como se saltan las comidas y como se sienten cuando comen algo ''prohibido'' o cuando no pueden devolver las calorías por el retrete. Es triste ver esto. Es triste ver que actualmente 500 personas están leyendo lo que pongo día a día. Ver que cada tweet es retwitteado diez o quince veces, o incluso treinta en algunas ocasiones, me duele. No me siento orgullosa, no me agrada que eso RT's sean de personas que piensan igual que yo. Aunque por otra parte me siento comprendida.

En twiter he encontrado personas increíbles, que me han ayudado. O al menos lo han intentado. No me siento tan sola, como en mi casa o en el instituto. Entre ellas conocí a Cara, una chica que aunque esté a más de 600 kilómetros de distancia, la tengo siempre presente, a mi lado. Hablamos todos los días por whatsapp, nos contamos todo, o casi todo. Al menos lo que creemos importante. Nos ayudamos mutuamente, aunque en el fondo no nos damos cuenta de que nos estamos ayudando a ''autodestruirnos'' . Pero en realidad, las dos estamos metidas en la misma mierda, por así decirlo. Hacemos planes para verano, para vernos y abrazarnos. Pero quién sabe si algún día todos esos panes se cumpirán. Quién sabe.

 A veces, cuando menos te lo esperas, pasan cosas, aparecen personas en tu vida, de un día para otro que te hacen sentir diferente. Que cambian tu vida. Y eso es lo que me pasó a mi con Alex cuando por la noche, recibí un segundo mensaje suyo.

Adolescente en ruinas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora