Capítulo III

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—Ese sillón movedlo más a la derecha —ordenó Celia —Así nos podemos sentar en círculo.

Una vez aceptamos que hasta al día siguiente íbamos a estar encerrados en el instituto, debatimos sobre lo que podíamos hacer, y la respuesta fue encontrar algún recoveco donde descansar hasta que alguien descubriera nuestra desaparición y viniese. Buscando y buscando terminamos estableciendo el despacho del director como nuestro centro de operaciones, aunque desde el primer momento nos sorprendió que precisamente ese despacho estuviese con la llave sin echar, dejando a merced de cualquiera todos los documentos del instituto, y más teniendo en cuenta los sistemas de seguridad que había en las vallas externas.

—Es todo muy extraño ¿no creéis? —comentó Sergio una vez estuvimos todos acomodados —Luna llena, esta semana ha sido martes y 13... Entran ganas de contar historias de terror ¿o no?

—Pues yo creo que no, fíjate tú —replicó casi inmediatamente Celia, a la que todo lo relacionado con el terror y las cosas paranormales la echaban muy para atrás.

—Venga Celia anímate, si sabes que todo eso es mentira —reía Merche sentándose a su vera —¿Quién empieza? —ignorando a nuestra amiga, se pusieron a contar cuentos de miedo. Jak empezó con una historia sobre una muñeca de porcelana a la cual le faltaba un brazo y al encapricharse una niña con ella, la mata y utiliza uno de los brazos de la niña como suyo.

A esta historia Merche la siguió con el relato de una familia que hacía poco se había mudado a una granja y la niña pequeña empezaba a actuar de forma extraña, como si fuese sonámbula salía de la casa y empezaba a cavar y a cavar diciendo que alguien le pedía ayuda desde debajo de la tierra, hasta que la familia, harta de la situación, cavó en ese punto exacto y encontraron el cadáver de una niña que había desaparecido unos años atrás. Todo eran historias típicas que tienen sus versiones en cada pueblo y todos conocen al primo o al vecino del tío al que le ha pasado, pero, aun así, a estas alturas Celia ya quería matarlos a ellos dos por contar historias, a Sergio por dar la idea y a mí por no impedirlo.

Tocó mi turno de contar una historia, tenía pensado contar el artículo que habíamos leído en clase, pero preferí abstenerme de contar ninguna para no acrecentar el odio de Celia hacia nosotros en ese momento, más teniendo en cuenta que en este mismo lugar murieron los seis alumnos hace 35 años.

—Vamos a dejarnos de tonterías, Celia tápate los oídos —sentenció Sergio —Voy a contaros una historia real, vamos que si es real que me pasó a mi hará cosa de dos meses. Veréis, estaba yo por la época en la que Sara, la de Ética, nos contó que el instituto está construido sobre un antiguo cementerio. La cuestión es que mi mente maravillosa decidió investigar por su cuenta.

—Y después no tienes tiempo para terminar la libreta de Religión—añadió Merche al relato ahogando una risa.

—Calla, es mi historia y es mucho más divertido que hacerle la libreta—intentó proseguir con la historia Sergio —Resulta que investigué un poco los documentos que había de esa época porque me llamó muchísimo la atención que en un mismo lugar hubiera habido un cementerio y un instituto.

» Todo iba bien, había leído que el cambio fue para facilitar el acceso a la gente que venía de fuera y que fue un proyecto que únicamente apoyó el Ayuntamiento y la empresa a cargo de la construcción. Pero por la misma época empezó a haber una serie de muertes relacionadas con el instituto. La primera, a los pocos días antes de empezar con las obras, uno de los capataces fue encontrado muerto en su casa, próxima al futuro instituto. Causa de la muerte, indefinida, aunque muchos apuntaban hacia el infarto.

» Se retrasaron las obras poco más de una semana, como señal de luto al compañero muerto, pero no las detuvieron y la tragedia siguió. Durante la construcción de uno de los muros, un trabajador se quedó solo hasta acabarlo por miedo a que no resistiera hasta el día siguiente... El mismo obrero fue emparedado y encontrado a la mañana siguiente. La causa de la muerte que se dictaminó en la autopsia fue ahogamiento y después ya el emparedamiento, aunque había una nota a pie de página del mismo forense que analizó el cadáver y que dictamina que se desconoce la auténtica causa de la muerte, ya que el obrero no estaba muerto cuando lo emparedaron. A pesar de que la investigación del asesinato retrasó más de lo debido la obra, terminaron el instituto y el asesino nunca fue encontrado.

La reunión del pánico (Carcassonne I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora