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Hera estaba molesta, esta vez no por una de las muchas amantes de Zeus, sino por sus dos hijos específicamente por los que tenían el carácter más agresivo, Ares y Enío.
Ambos estuvieron prácticando y destrozaron casi todo el palacio principal del olimpo, la reina de los dioses estaba furiosa y veía a sus dos hijos con enojo.

— ¿Que fue lo que les dije sobre entrenar dentro del palacio?—pregunto Hera.

— No hacer destrozos—respondieron ambos.

— ¿Y que fue lo que hicieron?—pregunto nuevamente.

— Hacer destrozos—respondieron ambos nuevamente.

— ¿Como fue que terminó todo esto así?.

— ¡Fue su culpa!—respondieron señalando al otro.

— Tu me atacaste primero—dijo Enío a Ares.

— Pero tu me diste esa patada—contraatacó.

— Tu me empujaste—le recordó Enío.

— Porque me ibas a apuñar con tu espada.

— ¡Me golpeaste en la pierna!

— ¡Porque si no tu me ibas a golpear en la cabeza!.

Ambos hermanos siguieron discutiendo en presencia de Hera que tenía una mirada de artasgo, y se supone que ambos tenían un hijo y seguían peleando como niños, para parar la pelea dio un aterrador grito que hizo que ambos hermanos dejaran de pelear.

— ¡Es todo!, como siguen peleando y no me dan ninguna respuesta ¡ESTAN CASTIGADOS!—les grito molesta.

— ¿Castigados?—preguntaron los dos.

— Debes estar bromeando—soltó Enío.

— No somos bebés—dijo Ares.

— Dije que están ¡castigados!—casi grito, ambos dioses estaban a punto de hablar pero fueron interrumpidos— ninguna palabra ¡a sus habitaciones!—ordenó Hera, ambos dioses solo obedecieron.

Durante una semana se les prohibió tocar sus armas.

Hera One-Shots Donde viven las historias. Descúbrelo ahora