Pensé en escribir una historia larga y entera, pero llevaba demasiado tiempo borrando y reescribiendo, así que decidí crear este libro de One Shots que he ido escribiendo conforme la inspiración llegaba a mi y no podía incluirlos todos en una misma...
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Noté que mis ojos se cerraban con cansancio, ni siquiera hice el esfuerzo por abrirlos de nuevo. Mis brazos dejaron de mantener el agarre en su cuerpo y mis piernas se acomodaron a lo largo del sofá.
—Cielo —su voz se escuchaba lejana, suave y casi inaudible —Ve a la cama, no te duermas aquí —sentí sus dedos pasar por mi sien y bajar hasta un mechón de pelo que se encontraba en mi rostro, lo apartó.
Me removí en el lugar, aferrándome otra vez a él.
—Vamos —hizo el ademán de levantarse, me aparté a regañadientes.
Abrí los ojos para verlo parado recogiendo alguno de los platos y cubiertos de la cena. Quise ayudar, aunque no sabía si me mantendría de pie demasiado tiempo.
—Vete a la cama —agarró el plato que tenia en la mano. Lo miré pidiendo que me dejara ayudar —Ahora vengo —me dio un pequeño beso en la frente y fue suficiente para, casi a regañadientes, le hiciera caso y me encaminara a nuestra habitación.
Me desvié hacia el baño para lavarme los dientes y el rostros antes de acostarme. Cuando fui a agarrar el cepillo, me di cuenta de aquel pequeño detalle.
Tardé meses, casi un año, en descubrir que Katsuki usaba lentes cuando estudiaba o leía. Cuando empezó a sentirse cómodo con nosotros, conmigo, con Kirishima, por ejemplo, los usaba frente a nosotros. Aún así no los llevaba en clases o en la sala común donde todos lo podían ver.
Al final, nunca terminó de sentirse a gusto llevándolas frente a otra gente.
Por ello, un detalle el cual tardé en notar cuando aún vivía en mi antiguo apartamento y recién empezábamos nuestra vida de adultos, me enterneció.
Él pasaba muchas tardes conmigo y, a veces, fuera queriendo o sin querer, se alargaba hasta la noche. Una mañana cualquiera, al entrar a mi baño tal como había hecho esa noche, encontré un objeto que no era mío. Al reconocerlo, sonreí.
Unos recipientes de lentillas y el propio líquido en un pequeño bote.
Mi corazón se estrujo al ver que aquella acción de dejar eso en mi hogar, indicaba que se sentía seguro conmigo como para compartir nuestros hábitos.
Salí del baño cuando terminé y entré a la habitación solo para fijarme si en su mesita de noche aún dejaba la funda de gafas con una gamuza en su interior. Allí estaba.
Nunca definimos el lado de la cama de ninguno, hasta que Katsuki puso por primera vez aquella funda en la mesilla de la derecha y, sin decir nada, los dos supimos de quien era cada lado.
En aquellos tiempos, en mi antiguo departamento, vivía yo sola. Esos pequeños detalles, me hacían sentir que me encontraba nuestro hogar cuando él no estaba.
Me senté en el borde de la cama y me quité el moño que me había hecho para facilitarme lavar mi rostro. Abrí la colcha y me estiré en la cama cubriéndome con esta. Miré el lado en el que solía dormir Katsuki y me quedé así hasta que lo vi entrar.
Se quitó las gafas y las puso dentro de la funda, aún no dirigía la mirada hacia mi. Bostezó. Se quitó los calcetines, chico especialito, y por fin se metió bajo la colcha, pegándose a mi cuerpo para rodearme con sus brazos.
Automaticamente cerré los ojos con tranquilidad, mi cuerpo se destensó por completo y me acurruqué contra su cuerpo.
—Te amo —dije adormilada. Di obtuve respuesta, no la escuché porque me dormí, pero sentí sus labios pegados en mi frente.
—Te amo.
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El primero de todos que lindooos🥹 Cortito pero dulce, me gusta mucho cuando alguien se siente en confianza con otra persona hasta ese punto.
