01.- Accidente

387 26 27
                                    

Sus rizos saltaban conforme avanzaba, intentaba no tropezar con sus propios pies gracias al nerviosismo y la velocidad con la que corría, sentía los ojos de varios estudiantes sobre ella y aunque normalmente eso le incomodaba mucho, ahora mismo no le importaba para nada.

— ¡Anne, no corras en los pasillos! — Escuchó decir a una de sus profesoras.

Al igual que todo a su alrededor, Anne ignoró las palabras de la mayor y continuó su marcha.

— ¡Permiso! ¡Permiso, por favor! — Exclamó varias veces mientras intentaba escabullirse entre sus compañeros, necesitaba salir de la visión de aquella chica.

Unos cuantos pasos más adelante, el pasillo se despejó demasiado, para su mala suerte, siendo perfectamente visible para la matona.

— ¡Boonchuy!

Fue la última palabra que escuchó antes de que segundos después la chica se lanzara sobre ella. Grave error; gracias a ese impulso avanzaron varios pasos y terminaron chocando con otra alumna, terminando así las tres en el suelo.

Todos los presentes hicieron un ruido de asombro a coro y los maestros se acercaron para socorrer a las jóvenes alumnas.

Uno de los maestros sujetó de un brazo a las dos estudiantes causantes del accidente y las levantó de una manera algo brusca y poco amable. Mientras tanto, una maestra ayudó a levantarse a la otra chica con sumo cuidado mientras ésta soltaba leves gemidos de dolor.

— ¡Cuándo no! ¡Si son Waybright y Boonchuy!

— ¡Suéltame! — Gruñó la rubia mientras se zafaba bruscamente del agarre de su profesor. — Y tú. — Señaló a la morena. — Me las vas a pagar. — Sentenció y se dio la vuelta con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta.

— ¡Waybright, vuelve acá! — Ordenó el profesor, pero fue en vano, la rubia no iba a regresar. Suspiró.

Anne tragó saliva y se sobó el brazo cuando su profesor la soltó.

— Dios, lo siento... ¿se encuentra bien? — Escuchó decir a la profesora de música a sus espaldas y sintió curiosidad, así que ladeó la cabeza sobre su hombro con muy poco disimulo.

Entonces la observó; baja estatura, cabello negro, lacio y perfectamente peinado, uniforme muy bien arreglado, posiblemente el más completo que haya visto en la escuela, y un estuche de violín en el suelo.

Ah, sí, y a su lado estaba la profesora con postura sumisa implorando perdón.

Bueno, no tanto así.

De repente, los ojos cristalizados de la profesora se posaron en los de Anne y se tornaron asesinos, al igual que su postura se enderezó.

— ¿Qué estás haciendo ahí parada? Pídele una disculpa a tu compañera, Anne.

Pero todo se escuchaba tan lejano para Anne... simplemente no podía dejar de mirar a la chica enfrente suyo y admirar cada pequeño detalle de su rostro.

— ¡Anne! — La nombrada parpadeó varias veces con sorpresa.

— No importa, señorita Carmel, está bien. — Dijo la joven azabache mientras se agachaba para recoger su violín.

— Pero... — Insistió.

— Fue un accidente. — Le dio una pequeña sonrisa y se sacudió la tierra inexistente de su uniforme. — Ahora, si me disculpan, me tengo que ir.

Sin más, la jóven se fue por otro de los pasillos cuando recibió un leve asentimiento de cabeza por parte de la, no tan segura profesora.

Mientras tanto, Anne se encontraba en las nubes.

Virgen | Marcanne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora