05.- Visita

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Sprig nunca pensó que algún día se encontraría frente a la puerta de una chica que fue acosada y golpeada por unas personas que eran colegas de una chica defiende nerds, pero ahí estaba.

— ¿Qué esperas? Toca. — Sasha empujó el hombro derecho del chico.

El muchacho retrocedió varios pasos, acobardado.

— ¡Ni hablar! Le tengo miedo a la señora Boonchuy...

Sasha rodó los ojos con fastidio y subió los escalones de madera hasta estar frente al marco de la puerta. Se limpió los puños ensangrentados restregándoselos en el pantalón y se aclaró la voz antes de tocar la puerta.

Una mujer de mediana edad con rasgos muy conocidos por los dos chicos abrió la puerta, se veía cansada, casi como si no hubiera dormido en varios días... o semanas.

— Sprig, ¿a quién trajiste? — Se restregó las manos en la cara para tener un mejor aspecto, pero en realidad no mejoró.

— Señora Boonchuy. — Respondió la rubia en su lugar mientras Sprig se alejaba poco a poco. — Soy Sasha, ¿no se acuerda de mí?

La mujer entrecerró los ojos observando las facciones de la adolescente, pero estaba muy cansada como para poder recordar algo o a alguien.

— Lo siento... — Suspiró. — ¿Sasha qué?

— Sasha Waybright.

La señora abrió sus ojos con sorpresa y se quedó unos minutos en silencio mientras Sasha intentaba mirar dentro de la casa con disimulo.

— Sasha, oh... — Pareció reaccionar. — Creciste mucho. — Rio de manera nerviosa.

— Un poco. — Le sonrió levemente.

— Bueno, y... — Cerró la puerta hasta quedarse afuera con la adolescente. — ¿En qué te puedo ayudar?

La menor estuvo a punto de sacar las manos de los bolsillos, pero recordó que estaban heridas y llenas de sangre ajena, así que las mantuvo ocultas. Sin embargo, la señora Boonchuy observó ese gesto con sospecha.

— Yo, uhm... — Se aclaró la garganta. — Quería saber cómo está Anne.

— Ella está bien.

A Sasha le sorprendió el tono tan frío que utilizó cuando comenzó a hablar de su hija, pero supuso que era normal que se pusiera tan sobreprotectora después de lo que pasó.

— ¿Podría, ya sabe... verla? — Bajó la mirada a sus zapatos.

La mujer suspiró pesadamente y se cruzó de brazos.

— Sasha, Anne está muy sensible. No quiere ver a nadie ahora, tiene miedo de todo. — Puso una mano en el cabello de la rubia. — ¿Lo entiendes, no?

— Sí, lo entiendo.

• • •

Tomó impulso y comenzó a escalar poco a poco el muro sujetándose de todo lo que le fuera posible. Cuando alcanzó la ventana, la tocó lo más despacio que pudo y esta fue abierta casi inmediatamente.

— ¿Sasha?

La rubia cayó al suelo cuando Anne se movió de la ventana, golpeándose su fino y perfecto rostro.

— ¡¿Qué estás haciendo aquí?! — Preguntó tratando de no alzar la voz.

— Por favor no hagas ruido, tu mamá casi me descubre cuando me caí por equivocarme de ventana. — La miró con ojos de perrito.

— ¿Anne? — Escucharon al otro lado de la puerta y Sasha se metió debajo de la cama. La nombrada, por su parte, se acostó y fingió que acababa de despertar.

La señora Boonchuy abrió la puerta y Sasha se cubrió la boca.

— Hola, mami.

— ¿Estás bien? Escuché un ruido seco. — Se rascó la cabeza con confusión.

Anne fingió una expresión desconcertada.

— ¿Qué? ¿En serio? — Alzó las cejas. — Me acabo de despertar.

La mujer suspiró y esbozo una pequeña sonrisa.

— Está bien, avísame si quieres algo. — Dijo, para después salir de la habitación.

Los pasos de la mujer se escucharon cada vez más lejanos, y fue cuando dejaron de escucharse que Anne se levantó de la cama bastante enfadada.

— Sasha, sal de ahí y explícame qué carajos haces en mi casa.

Virgen | Marcanne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora