7.- Reconexión

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Anne observaba a Sasha prácticamente fulminándola con la mirada mientras su pierna derecha se agitaba con impaciencia.

— Estoy esperando una respuesta, Waybright. — La presionó, levantando una ceja y cruzando los brazos cuidadosamente -ya que, lógicamente, sus heridas abdominales seguían doliendo-. — ¿Qué carajo haces en mi casa? ¿Desde hace cuánto estás afuera? ¿Por qué estás aquí? — Preguntó apresuradamente sin una pizca de piedad por la chica rubia, quien parecía estar bastante nerviosa.

Con la mirada fija en el suelo y las manos algo sudorosas, Sasha jugaba con sus dedos mientras escuchaba a Anne exigirle una respuesta.

— Mira, Anne... — Comenzó, levantando la mirada con tímidez. — Yo sé que puede ser muy extraño y que incluso dé algo de miedo que yo aparezca en la ventana de tu habitación a esta hora, pero... — Sasha detuvo su discurso y tragó saliva nerviosamente, Anne hizo un ademán con la mano para exigir que siguiera hablando. — Es que yo... estaba...

Sasha paró nuevamente y levantó la mirada al techo, respiró profundamente, cerró y abrió los puños consecutivamente con nervios mientras Anne la miraba con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados.

— ¿Estabas...?

Finalmente, Sasha infló el pecho de valor y apretó ambos puños, mirando fijamente a Anne.

— Estaba preocupada por ti. — Dijo, sintiendo las mejillas rojas, pues no estaba acostumbrada a expresar sus sentimientos y mucho menos con alguien a quien conocía desde hace tanto tiempo como Anne.

Por su parte, la morena quedó completamente estática en su lugar, sostenía una expresión incrédula, tiesa e incapaz de poder reaccionar, su cara era un poema; los ojos muy abiertos, las cejas levantadas y la boca entreabierta.

— ¿Qué...? — Finalmente, después de unos segundos pareció regresar a la normalidad, formando una sonrisa sarcástica lentamente y achicando los ojos. — ¿Tú? ¿Preocupada por mí? — Se mofó, haciendo ademanes contínuos, señalando a Sasha y luego a sí misma para proceder a estallar de la risa.

La risa de Anne era tan escándalosa que incluso Sasha temió que su madre entrara a la habitación en cualquier momento.

— Basta, no es gracioso. — Declaró la rubia, con la cara más roja que un tómate.

Anne intentó recobrar su respiración normal sintiendo un leve ardor en el abdomen y controló sus carcajadas, limpiándose una lagrimilla y reincorporándose lentamente.

— Ay... Dios, mi panza. — Se quejó graciosamente, presionándose el estómago con un brazo y riendo un poco más. — ¡Debiste ver tu cara! — Definitivamente no dejaría de molestar a Sasha durante un buen tiempo con eso. — ¡Ja! ¡Pareces un tómate! — Señaló, apuntándola y comenzando a reír nuevamente, pero esta vez en silencio.

Sasha arrugó las cejas y se cubrió el rostro con una mano, volteando hacia otro lado, estaba visiblemente molesta.

— Sigues siendo una estúpida, no debí venir. — Dijo la rubia, pasándose las manos por la cara y dirigiéndose a la ventana nuevamente.

Una vez la risa de Anne cesó y se dio cuenta de que Sasha se estaba marchando, se acercó a ella rápidamente y la tomó del brazo, tirando levemente para que no se subiera.

— Y tú sigues siendo una intolerante que no aguanta una broma. — Dijo Anne para proceder a tirar del brazo ajeno nuevamente. — No te vayas, idiota, ya es tarde.

Sasha suspiró profundamente y se cruzó de brazos, siendo ahora ella la persona molesta en la habitación.

Una vez que las risas menguaron, el ambiente se sentía más tenso y eso era algo innegable para las dos.

Anne dejó su brillante sonrisa de lado y mantuvo un rostro neutral durante unos minutos, sin tener idea de cómo iniciar una conversación más seria.

Sasha, por otro lado, no tenía ni idea de qué más debía hacer, ya que ella sólamente había ido para verificar si Anne se encontraba bien y después simplemente irse, pero por alguna extraña razón, muy en el fondo no quería irse, o al menos no quería irse con las manos vacías, tal y como había llegado.

Y aunque le había molestado bastante, la interacción que había tenido hace escasos minutos con la menor le había resultado de cierta manera agradable, quizás más de lo que debería.

Pero... si se iba y dejaban las cosas hasta ahí, esa extraña conexión que habían retomado no habría valido para nada y eso no era lo que buscaba... tal vez, sólo tal vez, a Sasha no le desagradaba tanto la idea de que Anne entrara nuevamente en su vida como una gran amistad y viceversa.

Después de varios minutos de un incómodo silencio en el que ambas se negaban a mirarse, la morena se acercó a su cama y se sentó en la misma con cuidado de no lastimarse, poco después palmeó el colchón a su lado, invitando a la rubia a sentarse.

— Ven, tenemos mucho que hablar.

Virgen | Marcanne.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora