Bonus

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Un día de primavera en un universo paralelo, cuando tenía 24 años, Maya paseaba por un animado mercado nocturno junto a Iris, su novia. Juntas disfrutaban de los deliciosos olores y sonidos que llenaban el lugar.

Mientras caminaban entre los puestos, Maya empezó a sentir un cosquilleo en su vejiga. Se mordió el labio inferior, consciente de que necesitaba ir al baño. Después de un rato, decidieron sentarse para descansar. Al estar quieta, las ganas de orinar se intensificaron, por lo que Maya empezó a cruzar y mover sus piernas para intentar aliviarlas.

"¿Te pasa algo, mi amor? Te noto inquieta", le preguntó Iris, que se dio cuenta de la incomodidad en el rostro de Maya.

"Ah, no cariño, nomás traigo un poco de frío, no te preocupes", respondió Maya sonriendo e intentando disimular su necesidad, aunque ya apenas podía hacerlo.

Iris conocía el fetiche de Maya desde hace 5 años, cuando esta llegó a casa con las bragas empapadas. Por eso sabía perfectamente lo que le pasaba a su novia. Se acercó a ella con picardía y le susurró:

"Sé que te estái meando, no soy weona. ¿Querí ir a un lado a probar una wea antes de desahogarte?".

"Ya veo que me conoces bien. Pues sí, me encantaría hacer algo diferente esta vez", le confesó Maya en voz baja, sonrojada por la agudeza de Iris.

Iris, con una mirada juguetona, se levantó y tomó la mano de Maya, llevándola hacia el escenario principal, donde se iba a llevar a cabo un concurso de baile.

"Este es el lugar", dijo Iris emocionada. "Participa en el concurso de baile. Será entretenido".

Maya, preocupada por lo llena que sentía su vejiga, titubeó por un momento pero finalmente sonrió y dijo:

"Puede que me haga encima allá arriba, pero está bien".

Mientras esperaba su turno para subir al escenario, Maya se retorcía y apretaba su entrepierna, intentando controlar su gran necesidad de orinar mientras intercambiaba miradas cómplices y risas nerviosas con Iris, quien estaba en primera fila apoyándola.

Llegó su turno, subió al escenario e intentó concentrarse en la música. Algo casi imposible debido a su terrible urgencia. De hecho, después de unos 30 segundos de moverse al ritmo de la música, Maya se dio cuenta de que estaba en su límite. La presión en su vejiga era tal que su esfínter estaba empezando a relajarse.

Sin embargo, en vez de luchar contra ello, decidió dejarse llevar, liberando su orina mientras continuaba bailando con pasión, aún si sus bragas, falda plisada y medias altas se estaban empapando y comenzaba a haber un gran charco alrededor suya.

Iris, sorprendida y emocionada por Maya, se unió a su actuación, bailando a su lado con una sonrisa radiante. No solo eso, si no que, para sorpresa de todos, también empezó a orinarse en sus leggins de cuero.

"Estoy súper orgullosa de ti, Maya. Lo estái haciendo increíble", le susurró con dulzura Iris.

El corazón de Maya latía rápidamente mientras se reía y disfrutaba tanto de su espectáculo, el cual terminó unos segundos después, como de ver a su novia orinarse encima. Juntas compartieron el momento especial, sin importar qué estaban pensando los espectadores. Al bajar del escenario, Iris besó a Maya con ternura.

"Muchas gracias Iris, no tenías por qué hacer eso. Te amo", dijo Maya mientras volvían a casa.

"Debía hacerlo mi amor, no podía dejar que toda esa gente pensara que solo tú estái loca", contestó Iris mientras se reía.

Llegaron a casa y se ducharon juntas, riéndose de la experiencia. Para sorpresa de Maya, Iris le confesó que le gustó orinarse encima. Maya estaba eufórica. Lo había conseguido, había cumplido su sueño de encontrar a alguien con quien compartir su fetiche.


El aguante MayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora