Desafío

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Un día de otoño, cuando tenía 18 años, Maya se acababa de despertar temprano un sábado, el cual ayer decidió que sería el día para probar verdaderamente hasta dónde podía llegar aguantando su orina. Y es que ayer recordó que hoy sus padres trabajaban desde las 2 pm hasta las 9 pm, por lo que era perfecto. El reto iba a empezar a las 11 am, así que se puso una alarma.

El experimento comenzó a la hora indicada, después de haber vaciado completamente su vejiga y haber bebido 500ml de agua. Se propuso beber 500ml de agua cada 3 horas y no ir al baño hasta las 8 pm, lo que significaba que tenía que aguantar 9 horas sin orinar.

Al principio fue fácil. Aunque Maya ya tenía ganas de orinar, estaba ocupada con algunas tareas domésticas, por lo que no pensó mucho en su vejiga. Pero a medida que pasaba el tiempo, se volvía cada vez más consciente de sus ganas de orinar. 

Cuando sus padres se fueron a trabajar bebió los 500ml de agua y empezó a cruzar las piernas y a moverlas, por fin sin el miedo de que le noten que necesita ir al baño.

Pasaron tres horas, eran las 5 pm y Maya empezaba a sentir que su vejiga estaba llena. Seguía aguantando, pero cada vez le costaba más.

"Nomás un poquito más", pensó para sí misma mientras bebía los últimos 500ml de agua. "Puedo hacerlo".

A las 7 pm, Maya estaba desesperada por ir al baño. Cada vez que se movía, sentía como todo el líquido de su vejiga lo hacía también. Estaba viendo una película, pero esto le estaba resultando increíblemente difícil, ya que se encontraba demasiado distraída por sus ganas de orinar.

Se retorcía en el sofá, cruzando las piernas y apretando su entrepierna. Empezaba a tener un poco de miedo, y es que aún quedaban 30 minutos para que el reto acabase y ya sentía que su vejiga iba a estallar.

"Esto está más difícil de lo que pensaba", pensó preocupada. "No sé si pueda aguantar".

Iba cambiando rápidamente entre actividades como leer un libro, jugar videojuegos o ver Youtube, todo mientras seguía haciendo lo que podía para poder seguir aguantando y cumplir el reto que se propuso.

Tras unas duras horas, el desafío llegó a su fin. Eran las 8pm, Maya había aguantado 9 horas sin orinar. Fue al baño, pero cuando iba a subir la tapa del inodoro, se detuvo. Aunque sabía que estaba en su límite, quería ver si podía aguantar un poco más, así que se metió en la ducha y empezó a contar los minutos que pasaban.

Comenzó a caminar de un lado a otro de la ducha mientras apretaba su entrepierna con las manos, tratando de que el esfínter de su vejiga no se relajara. Pero daba igual, sentía que se iba a orinar en cualquier momento.

Solo habían pasado 5 minutos cuando el esfínter de su vejiga se aflojó y sintió que la orina comenzaba a fluir, empapando su pijama, bragas y el suelo de la ducha. Intentó detenerla, pero era inútil.

Toda esa molestia y pesadez que sentía en su vientre comenzaban a disminuir, dejando paso a una espectacular sensación de alivio. Maya estaba en estado de éxtasis.

"¡Mames, esto estuvo increíble! Hora de darme una ducha para que no me corran de la casa", pensó.

Y así hizo. Cuando llegaron sus padres todo estaba normal. Ni se podían imaginar que hace menos de una hora la "inocente" de su hija, que en ese momento estaba cenando, había disfrutado de orinarse encima en su propia ducha después de aguantar 9h y 5m sin ir al baño.

El aguante MayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora