Parte 3.

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Mi vida había sido tranquila y maravillosa hasta que ese niño detestable se mudó a la casa de al lado y trastornó mi mundo. Nunca me habían castigado hasta que conocí a Yoongi. Nunca me había comportado mal, nunca había hecho ninguna travesura, nunca había fastidiado a nadie, ni había tenido pensamientos malvados.

Ahora me pasaba la mayor parte del tiempo planeando cómo vengarme de esa rana con mezcla de burro y sus bromas, porque, aunque seguía siendo un niño adorable, en el fondo me negaba a dejarme ganar por una rana estúpida.

Desde hacía tres años Yoongi no me dejaba en paz, aprovechaba cada oportunidad que tenía para fastidiarme, por lo que yo decidí hacer lo mismo y nuestra guerra parecía no tener fin. Por suerte, con sus estupideces me había ayudado a añadir puntos a mi lista.

Definitivamente, quería a alguien que fuera diferente de esa rana asquerosa de Min Yoongi. Sí, rana, porque se parece con esos ojos que tiene y desde que ese niño sin talento dibujó esa rana deforme, decidí que ese sería su nuevo apodo: La Rana.

Este mes me había molestado más que nunca. Sería porque pronto se iría al campamento de verano y estaríamos varios meses sin vernos, pero, como todos los años, cuando él volvía de nuevo a casa de su abuela, la paz en mi mundo terminaba y comenzaba el caos.

Pero esta vez no se marcharía de nuevo muy tranquilo como el año pasado, no, eso sí que no, en esta ocasión sería yo el último en reír. Todavía recordaba indignado cómo me había fastidiado la acampada en mi jardín.

Esa tarde había instalado mi tienda de campaña, mi saco junto con el de mis mejores amigos. Ren, Jake y Brihanna. Mi mamá les había prohibido a Seokjin y Taehyung  salir al jardín, y el vecino estaba castigado en su habitación, aunque tenía ventana hacia donde nosotros estábamos, en la lejanía y desde la segunda planta no podía hacer nada contra mí, o eso al menos era lo que yo pensaba.

La tarde paso a la noche. Después de los juegos de búsqueda de tesoros, nos decidimos a cantar canciones alrededor de la fogata que papá nos había ayudado a encender. Por desgracia, entre canción y canción podíamos oír los desvaríos de un niño que no tenía otra cosa que hacer que mortificarnos.

- ¡Por favor, sacrifiquen de una maldita vez a ese pobre animal moribundo que está sufriendo! -gritó Yoongi por la ventana, señalándonos.

- ¡No somos ningún animal moribundo, somos un grupo de niños y todos nosotros estamos en el coro del colegio! -le contesté molesto.

- Ahora entiendo. -dijo Yoongi pensativo.

- ¿Qué cosa? -pregunté confundido cayendo redondito en su trampa.

- Porqué el profesor de música es sordo, seguro que fue después de oírte cantar. -me dijo vilmente entre las carcajadas de mis amigos.

- ¡El señor Jongwoon no es sordo y tú no tienes oído musical! ¡Si no quieres que le diga a tu abuela que nos estás molestando y añada un mes más a tu castigo, métete en tu habitación y no asomes más tu fea cara de rana por la ventana!

- ¡Está bien! ¡Está bien, gatito! -dijo Yoongi mientras levantaba sus manos mostrando su derrota- Te prometo no volver a asomar mi cara por la ventana, pero tú deja de cantar, que mañana tengo examen de historia. -pidió Yoongi.

- No te prometo nada. -contesté feliz regodeándome en mi victoria.

Lo podría haber dejado allí, pero, como siempre que estaba al lado de ese niño me salía la vena malvada, incité a mis amigos a cantar sin descanso y a pleno pulmón todo nuestro repertorio de canciones de campeonato. Y cuando lo finalizábamos, comenzábamos de nuevo.

En nuestros breves descansos, oíamos como Yoongi gritaba que nos calláramos pues intentaba dormir, pero nosotros seguíamos con lo nuestro hasta que ocurrió lo inevitable, él, como siempre hacía, respondió a mis provocaciones.

Rana Azul - 윤민 YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora