Capítulo IV

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La luz que daba justo en mi rostro, los gritos de mis acompañantes y lo incómodo del piso, me hicieron despertar de mi dulce sueño.

–¿Qué pasa?, ¿Por qué hay tanto ruido?– Me senté a medias, tratando de verlos. –¿Draco...?– Juntó su cabeza con la mía y me acarició, devolví las caricias y lo aparté un momento para bostezar. –... ¿Kris?– Se acercó y formamos el vínculo mientras me estiraba un poco, para ahuyentar la pereza.

—“Draco quiere irse ya, dice que mientras más pronto comencemos a volar, más rápido llegaremos allá.” Reí un poco.

–Está bien, comenzaré a guardar las cosas.– Me levanté.

Tomé la misma sábana del día anterior y comencé a poner cosas sobre ella, algo de ropa, algunos adornos, incluso varias de las artesanías que había en la estantería. Guardé los frascos con colores y después de atar la manta para asegurarme de que no se abriría en pleno vuelo, la puse en la montura de Draco.

–Vamos al río, tenemos que comer algo antes de irnos.– También quería bañarme.

Puse algunas cuentas de madera en una bolsita y la aseguré junto a mi cuchillo, después subí al lomo de Kris y con Draco liderando el camino, comenzamos a volar hacia el este.

Después de casi una hora de vuelo, por fin bajamos a un riachuelo, comimos, jugamos, pude asearme y me peiné. Cerca de las 9 y media de la mañana, seguimos nuestro camino al mar.

En cierto punto del bosque, tuvimos que volver a tierra porque Draco se puso muy ansioso, me encargué de tranquilizarlo y volé con él lo poco que faltaba para llegar a la aldea.

–‘¡Alguien viene!’– Busqué con la mirada a la líder, pero no pude ubicarla entre la gente que se acercaba a nosotros.

Bajé del ikran y levanté las manos, no tenía armas en mí, a demás de mi cuchillo, mi arco estaba en la montura de Kris.

–‘Saludos, ¿Dónde está su Tsahik?’– Alzaron sus lanzas contra mí.

–‘¡Esperen!’– Gritó alguien entre la multitud. –‘Yo conozco a ese ikran. ¿Tú eres su jinete?’– Un chico de más o menos mi edad se acercó, yo asentí.

–‘Tsu'tey era mi compañero, murió durante la guerra contra las personas del cielo. Ahora este es mi ikran.’– Levantó la mano haciéndole saber a los demás que estaba bien.

–‘La Tsahik quedó mal herida después de la guerra, sígueme, te llevaré con ella.’– Me guió por diferentes casas y lugares indicando que era cada uno. –‘Aquí está, dame un momento.’– Abrió la cortina y entró con ella, pude escuchar su voz claramente. –‘Tsahik, ha venido un guerrero de otro clan, quiere verla.’– Entré sin esperar verla en muy mal estado, ella es fuerte.

Cubrí mi boca con ambas manos. La mujer yacía sobre una cama, más delgada de lo recomendado y con muchas heridas, algunas ya cicatrizadas, pero la gran mayoría tenían costras y estaban infectadas.

–‘Habla, pequeño aventurero, ¿Qué necesitas de mi pueblo?’– Me arrodillé a su lado y tomé su mano con fuerza.

–‘¿No han buscado ayuda?’– Tosió un par de veces.

–‘Eywa decidirá si debo vivir o morir.’– Dijo con dificultad.

–‘Fuimos al norte y al oeste, no nos acercamos mucho al sur, no queda nada ahí.’– Sequé las lágrimas discretas que bajaban por mis mejillas.

El chico de otro mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora