Capítulo II

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–Hola, principito, ¿Qué tal el viaje a las estrellas?– Me sonrojé hasta las orejas por su comentario.

–¡Doctora Augustine!, ¡Puedo explicarlo!– Puso una mano frente a mí.

–Vamos a tu cuarto, ahí me lo contarás todo.– Asentí y caminé delante de ella hasta mi habitación privada en el complejo. –¿Y bien?– El sonrojo volvió multiplicado por 10.

–Bu-bueno, yo... Y e-él... Pues...– Se rió a carcajadas por mis nervios. Jugaba con mis manos, incapaz de mirarla a la cara.

–¿Completaron el vínculo?– Asentí cubriéndome la cara con ambas manos. –Eso podría ser un golpe para la aldea, ¿Van a decirlo? Me refiero a que lo anuncien ante el pueblo.– Me descubrí con terror.

–¡Claro que no! No me gustaría comprometer su situación. Una vez que herede el puesto de Olo'eyktan podremos decirlo. Pienso ser el mejor cazador de la aldea para entonces, nadie podrá negarse u oponerse. Dejaremos que Sylwanin tenga su lugar como la próxima Tsahik, para que ayude a Mo'at con sus deberes, sabes que eso es agotador.– Una gran sonrisa delataba su contento por mi logro.

–¿Si te hubiera dicho hace un año...?– No la dejé terminar.

–No lo hubiera creído.– Rió. Mi forma de decirlo delataba que estaría totalmente en contra de esa idea.

–Sabes que él se preocupa mucho por ti.– Sonreí más suave, recuperando el tono sonrosado en las mejillas.

–Lo sé. Y aunque a veces sea un gruñón amargado, yo también lo quiero mucho.–

–Has encontrado aquí la verdadera felicidad, ¿No te gustaría quedarte aunque se cumpla el plazo?–

–Oh... Ya lo había olvidado... Pero apenas llevo un año aquí, aún tengo tiempo. Pero el vínculo es de por vida... ¡Me quedaré para ayudarla con la escuela!– Revolvió mi cabello en un gesto maternal.

–Entonces duerme, las clases son temprano y no creo que quieras levantarte considerando el lugar donde te dormiste.– Se levantó de la cama y salió con tranquilidad cerrando la puerta tras de sí.

–Antes tengo algo que hacer.– Cambié mi ropa por algo más ligero que me permitiría pasar desapercibido entre las demás personas. Salí como si nada me preocupara, dando saltos emocionados en algunos pasillos.

–¿Escuchaste? Dijeron que los nativos atacaron de nuevo, serán juzgados en tres días.– Los cuchicheos de la sala de control llegaron a mis oídos.

–Si, dicen que Quarich en persona va a ir mañana.– “Ay, no. Esto es malo. Pero ellos no hicieron nada.”

–Hola, pequeño, ¿Te perdiste?– Frené en seco al escuchar su voz detrás de mí.

–Es-estoy buscando a la doctora Augustine.– Me giré a mirarlo con una mueca de pena ensayada.

–Ella ya dejó la instalación principal, debería estar en su habitación... Y tú también.– Tomó mi hombro con fuerza y me dirigió de vuelta a mi cuarto con empujones y jaloneos. –No es bueno espiar a los altos mandos.– Cerró la puerta con fuerza.

Suspiré, al menos pude recuperar algo de información. Pero ellos no habían hecho nada mal, ningún ataque había sido planeado y estaba seguro de que sólo habían sido los chicos jugando en el perímetro.

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–‘¡Hey, despierta!’– Una voz chillona me sacó de mi pequeño mundo perfecto, aquel en el que empezaba a ser feliz.

El chico de otro mundo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora