Desperté a las 7:35 de la mañana era un día soleado, lo percibí al instante porque dormía hacia el lado de la ventana en donde las primeras llamas del sol dio justo con mi rostro, ya se veía venir que sería un largo y caluroso día. Me levanté, me duché, pensando en lo que pasaría hoy, anhelaba que fuera un día productivo e interesante, mi lado malvado ansiaba por que alguna travesura hecha por los del último año sucediera, luego recordé que pertenecía a los del primer año, y la primera travesura es siempre para los de primero como una bienvenida, la verdad no sé cuántas bienvenidas tenía este lugar, mi lado miedoso se aterró por aquello y maldijo el día en que conocí a los de la fraternidad, sin duda me harían parte del club de los marginados, salí de la ducha un poco aturdida de tantas sensaciones y pensamientos por culpa de los nervios, Stella estaba en la puerta enojada porque no salía, según ella me gritó varias veces para que saliera.
— ¿Qué es lo que te sucede? Llegaremos tarde estuviste diez minutos por si no lo sabes tiene una compañera de cuarto — Dijo mientras me empujaba para entrar —Deberías acostumbrarte a que no eres el centro del universo.
Y cerró la puerta. Sus palabras me dolieron, no sé si de verdad pensaba eso de mí o solo era que despertó muy de malas, pero mi orgullo apareció, me puse un vestido floreado mis zapatillas blancas favoritas, una chaqueta denim y salí rápidamente sin esperarla.
Salí del edificio y estaba sola, al parecer aun nadie se levantaba o todos ya estaban en clases, alrededor de mi se encontraban dos edificios de cinco pisos en cada extremo, el dormitorio de hombres y mujeres, avancé por un camino donde solo había pasto y arboles hasta llegar al otro lado que eran donde estaba las salas de estudio un extenso edificio de tres pisos apareció frente a mí, que sería el lugar donde yo pasaría siete horas del día.
Entré y había un señor que me saludó amablemente señalándome en donde estaba la sala de filosofía la cual sería mi primera clase caminé por los pasillos hasta el casillero que me asignaron, no había nadie aún y ahí guardé unos cuadernos y lápices, al cerrar la puerta me voltee buscando algo en mi mochila y tropecé con un chico aunque se veía maduro para ser un estudiante, no tenía más de cuarenta años, era bastante alto, su cabello era castaño y desordenado pero perfectamente cortado le daba un aspecto juvenil, su mandíbula era fina y marcada, tenía una sonrisa diferente a las que había visto hasta ahora, era de tez blanca lo que hacía que sus ojos azules se notaran aún más, iba vestido de traje como si estuviera preparado para presentarse ante alguien, lo que lograba verse totalmente sexy. Sentí que pasó mucho tiempo nos quedamos pegados viéndonos el uno con el otro sin decir nada.
—Lo siento no te vi —Dije recogiendo mi mochila.
—Tranquila jovencita, porque tan apurada si las clases aun no comienzan —Dijo tocando mi brazo ayudándome a levantarme.
—Perdón, pero ¿quién eres tú? Dudo que seas un alumno que esté en alguna clase.
—Ehh... soy un padre de un alumno nuevo — Dando una pausa —Estoy seguro de que tú también lo eres.
—¿Viniste a dejar a tu hijo vestido tan elegante? —Señalando su traje.
—Obvio, la elegancia es parte del ser humano, para mí lo esencial es verse bien y elegante en cualquier lugar del mundo, aunque sea para venir a la universidad además déjame decirte que tú no estás tan mal, me atrevo a decir no he visto a nadie lucir tan bien como tú en su primer día de clases.
— ¿No estas sonando un poco inapropiado? —Dije dando un paso hacia atrás —soy como 10 años menor que tú.
— Es que jamás había visto a alguien tan bella como tú —Sonriéndome.
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Anastassia
DragosteSi te gustan las historias cliché, amores imposibles y enemies to lovers esta es para ti. Una chica queriendo empezar una nueva vida y un chico al que no le importa la diferencia de edad.