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Dhaliant vio como la Princesa se desvanecía en la cama a causa del intenso orgasmo, tal vez sea su primer orgasmo real. Eso lo hizo sonreir maquiavelicamente sería divertido corromper el alma pura de la princesa.

- Bueno. - Dijo Ashtoroth observando el cuerpo flácido de la chica. - Alguien se calló.

- Llevemosla a la nave antes que despierte o vuelvan esos hijos de puta.- Gruño Kherrel.

Ah sí, casi olvidaba que los Desertores estaban al acecho de Neemilegh, casi la atacaron está noche, fue un milagro que ellos lo hubieran visto o la historia de la joven princesa sería otra.

Mi pequeña Neemilegh...

La preciosa chica se removió cuando Kherrel la tomó cubriendola con una manta en lo que Ashtoroth tomaba una mochila y comenzaba a guardar algunas cosas de ella, la habian observado lo suficiente para saber que tenía objetos muy valiosos para ella y que le sería duro despedirse ellos, al menos podrían darle ese alivio de llevarla con sus pequeños tesoros mundanos.

- Vamos Legh- Susurró Kherrel cuando la princesa gruñó molesta.

- Todo listo.- Dijo Ashtoroth saliendo del baño.

- Vámonos, no quiero que despierte. La Diosa sabrá que drama hará.- Gruñó Dhaliant acercándose al balcón, la nave lo esperaba en el techo del edificio.

- Ammm ¿Dhaliant?- Dijo el licántropo.- Será mejor que la lleves tu, no podré maniobrar con ella dormida.

Era cierto, tanto Kherrel como Ashtoroth tenían que escalar el edificio, Dhaliant solo tenía que abrir sus alas para ir hacia el techo. Con un suspiro tomó el frágil cuerpo de su futura esposa y la contempló un segundo, era hermosa aún bajo la protección, sin ella debería ser fatal. De solo pensar en como gemia, en como rogaba por su atención ¡Si! Su polla se ponía más dura que cuando se convertia en piedra. Era sensual, inocente e ingenua, llamaba a su lado protector con tanta fuerza que le dolía sus alas, solo quería cubrirla con ellas y no dejar que nada ni nadie la lastime.

- Legh...- Susurró antes de depositar un beso en su frente.- Vamos cariño.

La tomó cobriendola con una sábana, se encargaría de vestirla en la nave. Ella solo se quejo un poco pero se acomodó mucho más entre sus brazos, aunque ella lo negara, su cuerpo lo reconocía.

- Eres terca cariño.- Susurró la gárgola caminando hacia el balcón y una vez allí, se paró en la baranda antes de dar un fuerte salto hacia arriba y extender sus alas en todo su esplendor.

La deliciosas sensación del viento contra sus muy resistentes alas de gris oscuro lo recibió, amaba la sensación de estar conectado al aire, era como si nada pudiera fastidiarlo cuando estaba suspendido en el aire y en este momento todo era mejor al tenerla entre sus brazos, esa sensación de vacío parecía estar por fin lleno de alguna extraña forma y si tenía que aguantar las discusiones de Kherrel y de Ashtoroth solo por obtener más de esto, de tenerla a ella, lo haría.

Honestamente la verdadera pelea era entre los vampiros y los lobos, las gargolas solo eran un daño colateral de todo esto y eso sirvió para mantener a raya a Ashtoroth y a Kherrel, aunque, ya casi no discuten mucho ya que toda su atención estaba en la pequeña hembra que llamaban "compañera".

Al parecer la Diosa tenía razón...

Neemileght podría ser la calle para unificar a Dulkarian. Si bien la guerra empezó por culpa de su sangre, es lógico que también acabe por su mano. Pobre pequeña, no sabe el destino tan importante y complicado que tiene.

Dhaliant aspiró el aroma del cabello de Heather, era tan dulce y floral, todo en ella era así. Había olvidado la última vez que su polla se había puesto tan dura por solo una fracción de aroma femenino ¡Joder! Habian pasado siglos de su última relación sexual y está noche estaba a punto de explotar con solo verla gimiendo y retorciendose.

Crónicas de Dulkarian: La emperatriz  (resubida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora