Nanami Kento

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El día de hoy había sido normal, con excepción de que de repente tuve el impulso de ir a un bar por un trago, algo realmente extraño en mi ya que tomar alcohol no era algo que disfrutara.

En aquel lugar me senté a un lado de un hombre rubio con traje al que en un principio ignore.

Pero luego de repente empezamos a hablar y bueno...
   Resulta que se llama Nanami Kento y justo ahora estoy en su casa sentada a horcajadas sobre sus piernas mientras nos comemos las bocas.

Quien diría que la decisión de ir a tomar aquel día se convertiría en la mejor decisión de mi vida.

Para éste momento ya nos habíamos deshecho de su saco, su camisa blanca se encontraba con los botones desabrochados y las mangas por sus codos mientras sus manos se posaban en mi trasero pegándonos más.

Para éste momento ya nos habíamos deshecho de su saco, su camisa blanca se encontraba con los botones desabrochados y las mangas por sus codos mientras sus manos se posaban en mi trasero pegándonos más

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Mientras tanto, yo me encontraba solo con mi sostén y mis jeans desabrochados, dejando ver algunos de los tatuajes que decoraban partes de mi piel. Mis dedos enredados en su cabello.

Éste hombre besa como un Dios, juro que es el mejor beso que alguna vez alguien me ha dado.

Por impulso, me moví para restregar nuestras intimidades y lo que recibí de su parte fué una especie de gruñido. Me separé de él porque ese sonido me había parecido demasiado bueno.

— ¿Qué pasa? — preguntó por mi separación.

— Es que... Me gustó ese gruñido — respondí algo apenada pero con una sonrisa.

 La respuesta de Nanami al principio me decepcionó porque me pareció verlo serio, pero luego de un par de segundos una sonrisa ladina apareció en su rostro y se paró del sillón cargándome.

— Que bueno que lo disfrutes — me besó — Pero yo también quiero escucharte — volvió a besarme, pero ahora con muchas más ganas mientras me sujetaba con una mano y con la otra cerraba la puerta de la que supongo yo, era su habitación.

El cuarto era amplio de colores que iban solo en tonalidades grises, el piso era de alfombra, tenía un foco que podía cambiar el nivel de luz que daba, había un gran closet, una ventana grande que dejaba ver el hermoso jardín que tenía y había igualmente otra puerta que creo que daba al baño, pero lo que más me gustó fué la gran cama que había en el centro del lugar; era tan grande que me parecía triste que solo durmiera el ahí.

(excepto hoy que yo dormiré  aquí con el)

Me dejó en la cama lentamente y acomodó el foco para que no alumbrara mucho, también apagó las lámparas que estaban a los costados de la cabecera de la cama; Cuando terminó de hacer eso volvió conmigo para continuar con lo que estábamos haciendo.

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