VII: Cita con el demonio

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Miraba ansioso el reloj de la sala de su piso

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Miraba ansioso el reloj de la sala de su piso. Ya era el día de su cita con el O'hara, tenía puesto el conjunto de su saco vino. Intentaba no arrugar la cajita de sus manos e intentar dejar de morder sus uñas.

Estaba solo en el piso. Tony estaba en una misión en Irlanda con el Capitán América y Strange. Morgan estaba con Pepper en Disney, pues era su día libre de Virginia y quería estar con su niña, obviamente invito a Peter, pero rechazo la oferta por la cita que tenía. Se sentía ansioso ahora viendo el techo de su casa.

¿Puedes cancelar una cita a solo cinco minutos de esta?

Sobo con frustración su cara, desarreglando unos mechones de su cabello recién arreglado.

—¿Por qué tan enojado, Peter? —La voz de Karen lo saco de su mente caótica. Vio su reloj que le regalo Tony con la IA ya integrada.

—Creo que ya sabes el porqué, Karen. —Dijo con simpleza.

—Sí, creo saber. -

—¿Y por qué la pregunta? —Preguntó alzando una ceja.

—Simplemente no me gusta cuando te frutas mucho, a Gaby también le hace mal. —El nombramiento de su pequeño cigoto lo hizo recordar que la llamaría Gabriela, siendo que después de saber la nacionalidad de su novio decidió ponerle un nombre similar a su origen. Claro, si era mujer seria llamada así.

—No te preocupes, Karen. Solo es algo pasajero, intentaré no hacerlo otra vez. -

—Me disculpo el interrumpir su charla, pero ya vinieron por ti, Peter. —La voz de F.R.I.D.A.Y. los saco de su charla.

—Enseguida voy. —Respondió suavemente para recibir una afirmativa de la IA de Tony. Suspiro hondo nuevamente y fue al elevador, mientras bajaba se dio cuenta que la torre estaba con menos actividad que de costumbre. Decidió ignorarlo.

Miraba su reflejo en el espejo del ascensor, se veía bien. O eso creía.

Llegó al piso 5 y nuevamente subieron unos analistas para bajar a los subsuelos, entre ellos vio a la más reciente, Gwen Stacy, la cual le devolvió el saludo con amabilidad y siguió con su instructor qué le indicaba de que iba la pasantia qué le darían.

Ya una vez en el piso 1, bajo y a paso lento se acercó a las puertas de la recepción. Sentía un nudo en el estomago de pensar en cómo decirle a su prometido qué ahora tendrían un hijo, pero lo imaginaba fácil, pues seguro ya lo sabría. Guardo la cajita en un bolsillo interizo del traje y camino con un poco de confianza.

Una vez cruzó las puertas, en el mostrados pudo ver a su prometido con un traje negro para morirse, pero no sentía ya esa necesidad sexual qué daba el afrodisíaco, solo miraba a su prometido como otro civil.

—Un gusto verte de nuevo, Miguel. —Dio su mejor sonrisa, mientras veía como el mayor le devolvía el saludo con algo de brusquedad.

Solo se limitó a seguirlo hasta su auto, el cual era un Mercedes de alta gama. No se sorprendió, pues Tony también tenía uno y ya sabia como era este auto.

Cita con el demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora