Summertime (Meanie) [Terminada]

Capítulo 1

Verano de 2016

El reloj tocó la medianoche y dió inicio a su cumpleaños. Finalmente los 17 años tocaban a su puerta y quizás le permitiría hacer más de una de las millones que su padre le tenía prohibidas. La casa estaba en completo silencio, por lo que, con sumo cuidado salió de la cama y abrió la ventana. Sacó primero una pierna y luego la otra, paso a paso, subió hasta esa parte del techo dónde solo él y su hermana menor subían cuando su padre llegaba en condiciones deplorables y oliendo a alcohol.

El cielo sobre su cabeza solo contenía a las brillantes perlas nocturnas llamadas estrellas y a la luna en cuarto menguante. La fría brisa le revolvió el cabello y le sacó una sonrisa. Respiró calmadamente y cerró los ojos deseando que ese verano las cosas fueran diferentes. Aunque en el fondo de su corazón lo que más quería era salir de California e irse a alguna parte de la Florida a reiniciar su vida aún siendo un adolescente. Su vida era de por sí dificil pero no podía perder las esperanzas de que las cosas mejorarían.

Él amaba la costa oeste como respirar. Amaba su casa y sus amigos pero odiaba a su padre por hacer su vida miserable. Sacudió la cabeza alejando los pensamientos que lo entristecían y simplemente se quedó allí acunado bajo la noche y disfrutando del primer sorbo de la libertad que se aproximaba. Bajó con cuidado a su habitación antes de que cualquier cosa ocurriera y se acomodó bajo las sábanas.

Por supuesto, no pudo dormir. Una emoción desconocida recorría su sangre, lo cual lo desconcertaba bastante. Él no era de esos muchachos cuyo corazón se aceleraba muchísimo por cualquier cosa. Los primeros rayos del Sol se colaron por su ventana y él permaneció acostado tratando de definir a que se debía aquel sentimiento enigmático o como podía desecharlo antes de que lo rompiesen cruelmente. Escuchó los pasos de su hermana subir las escaleras y tocar la puerta de su habitación.

- Oppa, ¿estás despierto ya? - habló la vocecita curiosa - ¿Puedo entrar?

- Entra, Jimin.

El cerrojo se dobló y la adolescente entró con el cabello negro igual de revuelto que él. Tenía unas ojeras horribles que denotaban que ella tampoco había dormido más las marcas de mordidas en su hombro lo hicieron levantar las cejas sorprendido. Nunca en la historia su hermana pequeña hubo demostrado inclinación hacia alguien en especial ni mencionar que le gustara alguien pero...

- Oppa, feliz cumpleaños - sacó del bolsillo de su blusa una menta y se la alcanzó a su hermano - Sé que es muy poco pero, anoche la compré con la propina de la cafetería. También en cuanto papá se vaya traeré el pastel. Lo escondí en casa de la Sra. Kim que vive seis cuadras más abajo.

- Jimin - aclaró su garganta y señaló las marcas - Será mejor que cubras eso antes de que él se despierte y te vea.

La chica se miró el hombro y maldijo en voz baja. Se levantó rápidamente y tomó una de las camisas de su hermano y cambió la blusa por una sudadera grante.

- Lo siento oppa - dijo avergonzada - Iré a mi habitación antes rápido.

Asintió mientras ella salía y cerraba su puerta con sumo cuidado y la escuchó descender lo más rápido y sigiloso que sus pies le permitieron. Negó con la cabeza y volvió a arroparse. El tic tac del reloj de su mesita le hizo entrar en una especie de soñolencia dónde no habían hombres del saco tras su puerta y solo se veía el brillante Sol sobre su piel y el olor a mar de la costa.

Se despertó pasadas las 10. Sentía el sudor recorrerle por la espalda y el cabello pegado a su frente. El silencio reinaba el lugar así que optó por ir a darse una ducha y cepillarse los dientes. Su casa era bastante pequeña en comparación con las del resto del vecindario. Dos pisos divididos por una escalera de madera hecha jirones cuyas tablillas de los escalones debía cambiar rápidamente. En la planta baja estaban la sala dónde solo cabía el sofá con el televisor y la antena que le daba señal; la cocina con una mesa de cuatro sillas inutilizada y el cuarto dónde dormía su hermana. Arriba estaban las otras dos habitaciones, la suya y la del monstruo, junto al único baño que compartían.