|Graduación.|
El primer día que pasó después de las dos bombas nucleares, Aidan borró su existencia misma, ni siquiera sus papás lo habían visto salir de su habitación en las veinticuatro horas que duraba cada día.
Su celular estaba muerto, me enteré por papá que intentó mandarle mensaje para algunas cosas que no me interesaron mucho en saber, cada que intentaba contactarlo era un buzón directo.
Lo que tanto temí, sucedió.
Sabíamos que más que nunca debíamos estar juntos, quedaban días, como para darnos el lujo de enojarnos, dejarnos de hablar y esperar a que las cosas se solucionen, pero nosotros no somos así de fuertes, ni aparentando para impresionar.
Cada uno explotaba de distinta forma y se sanaba a solas con diferentes métodos que quizá a unos les parezca muy locos u otros pocos convencionales, pero, al final de cuenta, a nosotros nos servían. Y entendí que desaparecer de la faz de la tierra era uno de esos métodos de Aidan para huir de todo.
Su mente se bloqueaba al grado de gritar por ayuda o llorar para que se detengan.
Lo malo de esto es que Aidan no llegaba a culpar a nadie más que a si mismo, culpar a otra persona empeoraría su estado por tener que lidiar ahora en buscar un perdón suficiente para arreglar lo que destruyó en su momento poco consciente.
Le era más fácil seguirse hundiendo para luego volver a salir a la superficie y encontrar todo como lo dejó en el pasado, y no, a encontrarse con el resto de sus consecuencias.
A mí a veces me funcionaba hacer eso, pero no recurría mucho a desaparecerme del mundo porque después no encontraba la salida como él siempre lo hacía y terminaría perdida en mi propia ruina. Como casi lo hago en este mes.
El segundo día tampoco habían noticias de él, recibí una llamada de su mamá donde me comentó que no pudo ni entablar el inicio de una charla porque ignoró todo a su paso cuando se dirigió a la cocina por estar rogándole detrás de la puerta que necesitaba comer algo, ella igual que papá me preguntaba que fue lo que sucedió en su fiesta, ninguno de los dos actuó de esa forma cuando nos vieron llegar y si por lo menos supiera un poco del problema sabría como ayudarnos a ambos.
Mi respuesta fue vaga, no le di lo que en verdad buscaba, sólo la confundí más y colgué por una supuesta llamada entrante de papá, sólo quedaba un día y Aidan seguía desaparecido en su mundo, si no escuchaba su respuesta entonces tendría que recurrir al plan B siendo el que más me hará sufrir porque no moriré como siempre lo soñé.
No solté el celular de mi mano, me quedé viendo el techo imaginándome cuando estuviera por hacerlo sola y el como sería cuando me encontraran. Dentro de esas imágenes mentales en verdad me entró otra llamada, no era de papá, sino de la doctora Campbell, era seguro que me llamaba para decirme si estaba hecho lo que le pedí o ya no se pudo hacer nada para cancelarlo.
Si es la segunda opción entonces tendría que acatar el plan C: no esperar a que suceda en la noche de la graduación, sino esta misma noche.
Inspiré hondo y contesté siendo ella la primera en decir algo en el minuto entero de silencio.
—Hablé con el centro de donaciones, Connie, me pidieron una razón justificable para cancelar todo el proceso que estaba por culminar con éxito— suspiró— lo que tú me dijiste no era algo valido— cerré mis ojos sin decir nada todavía— Lo hice, si te arrepientes de este impulso ya no tendrás de nuevo la oportunidad de estar en la lista de espera...
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Hasta El Último Latido.
FanficGallagher Caro. ¿Puede alguien vivir de una manera que jamás sea capaz de sentir felicidad? Sería técnicamente imposible, aunque no para la vida de Connie Whiteheart. Una chica que tiene una extraña enfermedad del corazón que le prohíbe sentir todo...