PRÓLOGO

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P R I M E R  E N C U E N T R O

Abril 20, 2015.

No puede ser.

Había pasado planeando mi cumpleaños número 15 durante todo un maldito mes, para que justo hoy me cancelaran ¡El día de mi cumpleaños!. Estoy al borde de la histéria.

—¡Cancelaron el club padre!— Entro gritando a la oficina de mi padre, el está sentado como todos los días frente a tu laptop tecleando como un maníaco.

—Pues reserva otro— Dice sin levantar la vista de la pantalla.

—¡No es tan fácil! ¡¿Sabes cuánto tardé en poder reservar ese jodido club?!— Camino en círculos en el centro de la oficina pensando en que hacer.

—Por favor deja de gritar Anastasia, me dará jaqueca— Suelta un suspiro, baja sus gafas y me mira— Llamaré a Dunfork para reservar un ala del Montelier.

Bueno, Montelier no es de los más famosísimos clubs. Pero servirá.

—¿No puede ser todo el club?

—No, escuché que un magnate de alto calibre alquiló el ala Sur.

Resoplando, le di las gracias a mi padre y envié un mensaje al grupo de WhatsApp de mis amigos del instituto.

14:25pm

¡Cambio de planes! Montelier será la nueva ubicación de mi fiesta. ¡Los espero!

Subo las escaleras al tercer piso y me tiro sobre mi cama chequeando los comentarios en mi último post de Instagram, todos son de felicitaciones de cumpleaños.

♠♠♠

—Creo que luces como una zorra— La dulce voz de mi madre llega desde la puerta de mi habitación.

—Gracias, era la intención— Le doy una de mis más falsas sonrisas y sigo en lo mío, terminando de darle color a mis mejillas con el colorete.

—Feliz cumpleaños— Dice dejando una pequeña caja cuadrada sobre mi cama— Por favor, no salgas embarazada, soy muy jóven para ser abuela.

Me da una última mirada a través del espejo y se marcha cerrando la puerta tras de sí. Respiro hondo conteniendo las lágrimas, me trago el nudo que se forma en mi garganta y sonrío, nada me va a arruinar este día, ni siquiera mi estúpida madre.

Me dirijo hacia la cama con mis tacones de diez centímetros y miro la cajita rodando los ojos, otro Cartier, ni siquiera se esfuerza por cambiar, siempre me compra lo mismo, todos los jodidos años desde que tengo uso de razón.

Al final papá si consiguió el ala Este del Montelier, así que dando una última repasada a mi cuerpo en el espejo de cuerpo completo, salgo de mi habitación.
La verdad es que ese cortisimo vestido de lentejuelas si me hacía ver un poco zorra, eso combinado con el fuerte color ahumado de mis ojos y el borgoña de mis labios, terminaba pareciendo una mujer de la noche.

Realmente lo único que debía agradecerle a mi progenitora era su buena genética en cuanto a proporciones corporales, había heredado sus anchas caderas y redondo trasero junto a su finísima cintura de avispa y pechos generosos. Realmente aparentaba más de veinte con todo el maquillaje y mi cuerpo.

—Ya te vas cara mia?— Mi Nana se asoma desde la cocina, sacudiendo sus manos en el delantal.

—Sí Nana, no me esperes despierta por favor— Dejo un beso sobre su coronilla y le sonrío.

La obsesión de AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora