》Capítulo 2

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Esta vez, había desayunado en mi casa e iba caminando hacia la Universidad.

Pasé el paso de peatones no sin antes, mirar a ambos lados y asegurándome de que podía pasar. Atravesé Central Park, sinceramente, me estaba acostumbrando cada día más a ver y cruzar este parque porque mínimo lo cruzaba una vez al día y tardaba algunos minutos pues tiene bastante longitud pero su arboleda lo hace un paisaje extraordinario.

Llegué al lugar donde estudiaba y aparecieron Alice y Tony. Ellas venían en coche cada mañana y me contaron que ambas compartían habitación. Me saludaron y me preguntaron si me había gustado el festival de anoche, a lo que yo les respondí con un eufórico y grandioso sí porque sinceramente, no vi nunca algo tan bello como lo que vi anoche.

Entramos al aula y las tres nos quedamos paradas al ver quien estaba sentado en mi pupitre: Michael Broxton. Sí, el chico con más indiferencia de todos los alumnos, aquí presentes.

–Buenos días. ¿Podías, sino es mucha molestia, levantarte de mi asiento?

No hubo respuesta de su parte.

–Oye, este es mi asiento, el tuyo está ahí atrás.

No dijo nada, no respondió. Agotando mi paciencia. Respiré profundo y fui a su asiento a sentarme ya que no quería quedarme ahí parada como una tonta y no quería empezar a discutir, no estaría bien que en menos de una semana ya me llamaran la atención así que opté por la opción más civilizada.

Aunque, no entendí la actitud de este chico no sé quién se creía y no sé si se tenía creído que era algún ser superior o tal vez algún dios griego de quien todas las chicas babean. Pero su indiferencia y su poca palabra se me hacía muy pesada y aburrida.

Apuntes, apuntes y más apuntes. Estaba escuchando y atendiendo al profesor a la vez que escribía y leía el libro. Sí, en mi antigua vida debí haber sido multitareas. De repente, una nota doblada llegó a mi mesa. La desdoblé y leí en silencio: “Estás muy guapa cuando pones los ojos hacia arriba”.

Una pequeña sonrisa enrojeció mi rostro. Levanté la cabeza y vi su coronilla y su pelo negro despeinado estaba siguiendo la explicación del profesor o tal vez perdido en sus pensamientos. Me quedé con la segunda opción. Guardé la nota y seguí con lo que estaba haciendo.

Un par de minutos después. Otra nota doblada. Esta vez decía: “Sé que te has sonrojado con la primera nota”. Sin verlo, supe que tenía esa cara de orgullo y arrogancia puesta en su rostro.

Ahora sí que le respondí y escribí: “No sabes nada acerca de mí”. Doblé la nota y la tiré hacia delante. Quería hacerme la dura y no darle el gusto de su afirmación.

Tercera y última nota llegada a mi mesa: “Oh créeme, sé más de lo que tu te puedas llegar a imaginar”.

06 de enero
Ellen Martínez.

🗽🤍
AAAAAHHHH ME ENCANTAN LAS NOTAS PASADAS A ESCONDIDAS EN CLASE.
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¿Vosotras también sois de mandar notitas en clase?

SIN QUERER, QUERIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora