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Jaenerys

Ese día como muchos otros había logrado escabullirse fuera del alcance de la reina y sus supuestas clases de refinamiento en las que se encargaba de resaltarle todas las cosas que hacía mal. Se cansó de escucharle decir cómo era que debía caminar, sonreí, poner sus manos e incluso cómo debía contestar cada pregunta sin rechistar. Ella era la princesa heredera, no una yegua de cría que podía ordenar como le plazca, Jaenerys sabía que la reina contaba con una posición más alta y debía de mostrarle el debido respeto, pero no le parecía justo en lo absoluto. Jaenerys había nacido en cuna dorada y con la sangre real, Alicent solo era la reina consorte porque se casó con el rey.

Sin ningún tipo de ayuda se puso sus ropas para entrenar las cuales consistían en unos pantalones de cuero y una camiseta grande, sus botas llegaban hasta sus pantorrillas y su cabello fue recogido en una trenza mal hecha por el apuro que llevaba. Los pasos que se escucharon en los pasillos le hicieron ponerse alerta, poco después la voz de Criston Cole se escuchó luego de unos toques en la puerta. La reina la había mandado a buscar. Rápidamente tomó su cinturón con su daga y un pequeño cuchillo que guardó en su bota izquierda y entró a los pasadizos secretos justo antes de que Criston se haga paso en sus aposentos.

Una vez fuera del castillo la princesa sonrió victoriosamente y su vista se enfocó en El Monte donde Dragon Pit reposaba. Sus hermanos Jacaerys y Lucerys, junto con sus tíos Aemond y Aegon se encontraban tomando sus lecciones con los dragones, sabía que no tenía nada que hacer ahí si no tenía dragon, pero Aemond tampoco tenía uno.

Tomó su caballo, el cual fue un regalo de su abuelo Corlys Velaryon y con un escolta que siempre se encargaba de cuidarla, Ser Erryk, se encaminó hasta Dragon Pit sin problema alguno.

La entrada no le fue negada por ninguno de los cuidadores, y aprovechando que nadie había notado su presencia, excepto por los cuidadores de dragones se acercó a sus hermanos y tíos por detrás.

Vermax siempre fue un dragón dócil y cariñoso, no le sorprendió el hecho de que escuchara las órdenes de Jacaerys sin rechistar, de todas maneras le pareció fascinante. Mientras la princesa observaba detalladamente al dragón mientras este se daba un festín con la oveja, sus hermanos y tío hablaron unas palabras a Aemond.

Fue tarde cuando Jaenerys decidió prestar atención a lo que hablaban los chicos, grande fue su sorpresa cuando escuchó cómo se burlaban de Aemond por no tener un dragón. Aegon y sus hermanos se encargaban de decirle que no tener un dragón no la definía, pero molestaban a Aemond por eso.

El cerdo fue la gota que derramó el vaso.

"Asegúrate de montarlo bien, el primer vuelo siempre es el más difícil" Habló Aegon con un tono de burla hacia su hermano menor.

Jaenerys sonrió falsamente ante el detalle, sintió como si esas palabras y el supuesto regalo hubieran sido dirigidos a ella. Tal vez fue una mala idea haber venido, pasó por su cabeza. Sin pensarlo dos veces caminó hasta la salida y se montó en su caballo bajo la mirada confundida de Ser Erryk, la princesa sabía que tendría que contestar ciertas preguntas de camino al castillo. No pasó mucho cuando los príncipes salieron por la puerta que minutos antes Jaenerys había utilizado.

"Qué graciosos son, ¿han considerado ser payasos en lugar de príncipes?" Preguntó con la misma sonrisa falsa de suficiencia que había aprendido de Alicent.

"Jaenerys, es solo una broma, no te lo tomes enserio" Fue la excusa que dió Aegon mientras se acercaba al caballo de su sobrina. "¿Me llevarás de vuelta al castillo en tu gran corcel real?"

"Lo haría, pero no quiero" La princesa sonrió esta vez con suficiencia ante el rostro sorprendido de su tío. "La princesa heredera no tiene porqué compartir sus pertenencias, ahora quítale las manos de encima o podría morderte"

The Reckless PrincessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora