Punto de vista de Brandon Stark
Brandon entró con cautela en el Salón del Trono. Fue recibido por una oscuridad premonitoria. Azulejos pulidos y pasillos con columnas desiertos. cráneos de dragón mirando hacia adelante con cuencas de los ojos vacías.
Su mente fue inundada de recuerdos dolorosos. Los ecos de los gritos de su padre resonaban en su mente mientras seguía avanzando. En la cabecera del Gran Salón, dominado por el Gran Sello de la Casa Targaryen en la ventana y el cráneo de Balerion, el Terror Negro, encima, estaba el asiento de honor. El Trono de Hierro, forjado por fuego de dragón a partir de cientos de espadas de los enemigos de Aegon Targaryen. Un símbolo de poder. De corrupción y sed de sangre.
Sin embargo, en lugar de encontrar al Rey Loco esperándolo, solo encontró una mancha de sangre antigua en el suelo, un testigo silencioso de la violencia pasada. La ira y la confusión se mezclaron en su interior. Miles de preguntas se formaban en su mente. ¿Qué demonios ha pasado aquí? ¿Dónde estaba el Rey Loco?
"¿Pero qué tenemos aquí?"
Los ojos de Brandon se abrieron como platos por la sorpresa y la ira. "No eres real..." Respondió, viendo la visión del hombre muerto hace mucho tiempo, saliendo de detrás de una columna.
Aerys Targaryen emergió de las sombras como un espectro, su figura espectral y desgastada, burlándose de él con su sonrisa macabra y mirada llena de locura.
"¿Pensabas que podrías atraparme, pequeño cachorro? ¡Tus esfuerzos son en vano! Ya es hora de afrontar la realidad". Se mofó el Rey Loco, su voz resonando por el salón del Trono como un eco retorcido.
"Vete al infierno." Gruñó Brandon.
"¡JAJAJA! esa es la actitud, muchacho... De tal padre, tal hijo".
"Salte de mi cabeza...". La alucinación de Aerys se movía en un baile oscuro, desvaneciéndose y reapareciendo como un fantasma inalcanzable. Brandon, consumido por una mezcla de dolor, ira y confusión, gritó hacia la figura fantasmal:
"¡Aerys Targaryen, aparece y enfrentarme! ¡Muestra tu verdadero rostro, cobarde! ¡Te haré pedazos con mis propias manos!"
La alucinación de Aerys había desaparecido, pero las palabras del Rey Loco seguían resonando en su mente. El silencio era asfixiante, solo roto por el crepitar lejano de la tormenta. En ese mismo instante, guardias con armaduras rojas y doradas rodearon el salón, formando un círculo amenazante a su alrededor.
Brandon apretó los dientes mientras gruñía. Agarró firmemente su espada ensangrentada y la hizo girar en su mano. Sus ojos ardían con la llama de la venganza mientras sus palabras resonaban en el Salón del Trono:
"¡Soy Brandon el Lobo Salvaje, hijo de Lord Rickard Stark de Winterfell, y ¡Yo! ¡Soy! ¡Su! ¡Venganza!"
La tormenta siguió rugiendo con una furia implacable afuera, y dentro del Salón del Trono. La batalla alcanzó una intensidad inimaginable. Los guardias avanzaron hacia Brandon, rodeándolo con sus espadas en alto. El joven heredero de Winterfell se mantuvo en el centro, con su espada en una mano y la mirada fija en sus enemigos.
El choque de acero llenó el aire mientras la espada de Brandon cortaba con precisión el espacio entre él y los guardias. Cada movimiento de su espada era salvaje y lleno de ira, aprovechando las aberturas y bloqueándolos con una velocidad asombrosa.
Las chispas saltaban en cada choque de sus espadas, iluminando el Salón del Trono de manera intermitente. El joven Stark se lanzó hacia adelante, aprovechando cada oportunidad para contraatacar. Su corazón latía con fuerza, su sangre de lobo lo impulsaba a seguir luchando sin descanso.
Con un rápido movimiento lateral, su espada se deslizó entre las costillas de un guardia, desgarrando su carne, mientras un grito agonizante escapaba de sus labios. Sin esperar a ver caer a su primer oponente, Brandon giró su cuerpo y, con un fuerte golpe ascendente, hizo añicos la mandíbula de otro guardia, enviando un arco de sangre caliente, carne y dientes salpicando el aire y la cara de Brandon.
La ferocidad de Brandon era inigualable. Su espada se convertía en una extensión de su ser, moviéndose con él en un baile mortal que dejaba a su paso destrozos y muerte. Desarmó a un guardia con un hábil giro de su espada, que desprendió su mano de su cuerpo, y luego lo atravesó sin piedad, empalándolo en el suelo. En medio del caos, logró evadir un ataque, respondiendo con un violento corte que partió en dos la garganta de su agresor, liberando una cascada de sangre que salpicó su rostro.
La batalla se prolongaba, pero Brandon no flaqueaba. Concentrado en sobrevivir, avanzó hacia el siguiente guardia. Con una precisión mortal, atravesó el pecho de otro guardia, dejando que su cuerpo se desplomara al suelo como un saco de carne sin vida.
Brandon danzaba entre sus enemigos, esquivando golpes, bloqueando ataques y respondiendo con mortales estocadas. A medida que los restantes guardias se dieron cuenta de la imparable fuerza de su enemigo, el miedo se apoderó de ellos. Sus movimientos se volvieron torpes y desesperados mientras intentaban defenderse de la furia desatada de Brandon.
El olor metálico de la sangre se mezclaba con el sudor. Brandon, con el rostro ensangrentado y el aliento entrecortado, no se detuvo. Cada golpe era un recordatorio de las injusticias sufridas por su familia.
Brandon, con sus fuerzas agotadas y el cuerpo cubierto de heridas, entregó un último golpe certero al último guardia enemigo. La hoja de su espada atravesó el cuerpo del soldado, y este cayó al suelo sin vida. Brandon, tambaleándose, dejó escapar un grito ahogado de dolor y se dejó caer al suelo, sus rodillas chocando fuertemente contra el frío suelo de piedra.
El sonido de las botas resonaba en la habitación mientras más guardias entraban, rodeando a Brandon con espadas desenvainadas. A pesar del inminente peligro, una extraña calma invadió los pensamientos de Brandon. Sus ojos se entrecerraron y, con una voz ronca y débil, dijo:
"Sí, la muerte viene hoy por mí… la espero con gusto".
Poco a poco, Brandon levantó su cuerpo adolorido y se puso en guardia una vez más, sosteniendo su espada con un apretón firme. "¡Vengan todos!", rugió, desafiante con una sonrisa salvaje. "Si me quieren muerto, tendrán que luchar por ello imbéciles".
Los guardias se lanzaron hacia él. Las espadas chocaron, creando un sonido metálico ensordecedor. Brandon defendió cada ataque con ferocidad, luchando con la última chispa de energía que le quedaba.
"¡Vengan!", gritó entre golpes, entrelazando su espada con las de sus enemigos. "No me rendiré sin pelear, voy a hacerlos pedazos".
Los minutos pasaron. Las heridas de Brandon se multiplicaron, empapando su ropa con su propia sangre. Cada movimiento costaba un esfuerzo titánico, pero se negaba a ceder.
Pronto volveremos a vernos, padre. Entonces, justo cuando parecía que el último hilo de vida abandonaría el cuerpo de Brandon, un grito estridente llenó la habitación:
"¡Deténganse!"

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La Saga Del Lobo Blanco
Fanfic"Soy la espada en la oscuridad. Soy el vigilante del Muro. Soy el fuego que arde contra el frío, la luz que trae el amanecer, el cuerno que despierta a los durmientes, el escudo que defiende los reinos de los hombres" La casa Targaryen es destruida...