Dulce velada.

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En su oficina, Jiang Cheng se encuentra en una reunión importante con Wen Ruo Han, quien le mira pensativo. Aunque el ambiente está tenso, la calma se mantiene entre los presentes.

- Yo no tenía idea de que A'ren había hecho algo tan horrible con mi sobrino. Hasta donde sabía, A'huan estaba estudiando y no tenía intenciones de regresar - dice sin saber que pensar sobre las acciones de su esposo.

- Pero ya ves... - dice Jiang Cheng con tono profundo - no solo ha intentado quitarle la herencia de los Lan, también la que le dejó su madre... Quiero que controles a tu esposo, no quiero que vuelva a acercársele.

- No se preocupe, joven. Me encargaré de que A'ren no se meta más con A'huan - responde Wen Ruo Han. Si hubiera sido otra persona, no le habría permitido a alguien tan joven tal insolencia. Pero debía darle la razón, puesto de que se trataba de su único sobrino por parte de los Lan a quien en verdad estima.

- Y en cuanto a lo otro, sabes que puedes ir y tomar la herencia de los Lan... - Jiang Cheng le menciona.

- No puedo hacerlo. A'ren ha luchado toda su vida por las empresas Lan - responde Wen Ruo Han.

"Al final, es vuestra decisión. Solo manténlo alejado de mí alfa, que ya le ha causado suficiente daño, como para que quiera verlo hundido... - expresa Jiang Cheng.

- Hablaré con mi esposo... - asiente Wen Ruo Han.

- tenga en cuenta que, por alguna estúpida razón, Lan Huan no quiere demandarlo. Tal vez le tiene mucho miedo o simplemente le da igual. Pero si se le demanda, se generará un golpe económico en cadena que nos perjudicará a todos - advierte Jiang Cheng.

- Entonces, ¿piensas tomar la justicia por tus manos? - pregunta Wen Ruo Han.

- Solo si me obligan - responde Jiang Cheng.

En un elegante restaurante, Meng Yao, MingJue y el abuelo Sang esperaban la llegada de Meng Shi. Habían acordado encontrarse a las 8:30 pm para cenar, pero decidieron llegar 30 minutos antes. El abuelo Sang estaba emocionado por la llegada de la madre de Meng Yao, ya que finalmente podrían comenzar a planificar la boda. La conversación entre los tres era animada, hasta que una expresión de disgusto apareció en el rostro del abuelo.

- ¡Abuelo Sang! ¿Qué sucede? - preguntó Meng Yao con tono suave.

- Sucede que este es un restaurante decente, ¿cómo permiten la entrada a cualquiera? -  respondió molesto el abuelo - Mírala, parece una mujer de la calle.

MingJue y Meng Yao dirigieron su mirada hacia la entrada, y vieron a una mujer con un vestido rojo de escote pronunciado que llegaba hasta debajo del ombligo, en el cual se haya un aro  en forma de trébol. El vestido carecía de espalda, y se podía apreciar una delicada cadena brillante que se extendía desde su nuca. El vestido se ajustaba hasta unos centímetros por debajo de las rodillas, y presentaba un tajo pronunciado que subía hasta unos 10 centímetros por debajo de la cadera. Sus zapatos de aguja estaban adornados con piedras brillantes, al igual que el resto de sus finos accesorios, excepto por los grandes aros que llevaba puestos. Su maquillaje oscuro le confería a sus ojos una profundidad especial, y sus labios estaban pintados en un rojo intenso. En su mano sostenía una pequeña cartera que, seguramente, contenía su celular, tarjetas y un paquete de cigarrillos. La cartera era de color negro, al igual que los tacones. Su cabello largo estaba recogido a un costado, lo que permitía que cayera sobre su hombro hacia adelante.

- Parece una... mujer extravagante - dice el anciano, intentando corregirse - No deberían permitir su entrada - Meng Yao mira al abuelo Sang con una sonrisa divertida - una cabaretista... - refunfuña el anciano como si fuera un niño mal criado.

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