16 | Una novia

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Dos días después

Earline había organizado una tarde de té con su mejor amiga, Evangeline Amery, quien iría a visitarla en la tarde de este día.

Heinrey le había ofrecido ocupar un salón para recibir su visita, pero Earline se negó prefiriendo que sea en su mismo dormitorio.

Su brazo había mostrado mucha mejoría, y estaba mucho mejor. También se había vuelto costumbre que Earline paseara por el palacio, principalmente por el taller de arte de Heinrey. Y aunque pensaba que él no sabía de esto, estaba muy equivocada, porque cada que él entraba allí, el primer olor que azotaba sus narices era el aroma de Earline.

Pero él nunca le dijo nada, no le molestaba en lo absoluto, más bien, parecía disfrutar estar allí sintiendo la esencia de la condesa impregnada por todo el cuarto.

Los siguientes dos días Earline se movió más allá de las cuatro paredes de su dormitorio, conociendo más del palacio y sus lugares.

Y en este momento, se encontraba en su dormitorio, encargándose de preparar un buen arreglo de flores como decoración para la tarde de té. Y mientras ella organizaba, recibió una visita demasiado inesperada. La misma cuidadora se quedó sorprendida cuando la Emperatriz madre hizo acto de presencia.

"Quiero ver a la condesa" fue lo único que dijo, con una voz tan sutil y tranquila como solía mostrarse. Como un lobo vestido de oveja.

Earline la recibió: aunque la situación le parecía un poco extraña... Además, su interés tan repentino por saber cómo se encontraba le pareció muy sospechoso.

—He sabido que su salud ha mejorado considerablemente.

—Así es — Earline afirmó

—Quiero felicitarla por su gran empeño aquella vez, las personas estaban asustadas, supo guiarlos muy bien.

Ella sonrió levemente, —Gracias, no fue nada.

—Tengo algo pendiente con usted, condesa. — Earline levantó una ceja en su dirección, hasta donde sabía, no tenían nada pendiente. —Quisiera presentarle a algunas personas. — añadió la mujer mayor. Haciendo una seña hacia la puerta con la mirada.

La puerta se abrió y por ella entraron tres personas con rostros completamente desconocidos para Earline. Un señor, y dos mujeres. Y a juzgar por sus vestimentas, Earline consideró que se trataba de un médico y dos cortesanas.

—Buena mañana, Condesa. — saludó primero el señor, con voz una rasposa, mientras mostraba una corta reverencia hacia ella, las mujeres hicieron lo mismo.

—Buena mañana. — Earline saludó también, mostrándose tranquila, pero algo incómoda por la invasión repentina. Esperaba visita, pero no era a ninguno de los presentes en realidad.

—Condesa, — la Emperatriz madre pronunció su nombre —Él es Sir Benedi, el médico Imperial, encargado de la salud de toda la familia.

Earline cayó en cuanta de que ese rostro redondo y regordete le era algo familiar, pues lo había visto en retratos y había escuchado hablar de su nombre en diversas ocasiones. Era el mejor médico de todo el imperio.

—Es un gusto conocerlo en persona, Sir.

El hombre asintió, la Emperatriz madre continuó hablando: —Ellas son Roxina y Minerva, mis damas de compañía. — explicó, Earline también las saludó amablemente, pero todavía no entendía la razón de su visita.

Tú serás mi EmperatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora