2/3 | Nuestra despedida

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Sin mediar más palabras, Heinrey siguió a Earline sin saber su destino. Después de cabalgar por unos minutos, llegaron a lo que parecía ser un tipo de "mercado".

A Heinrey le sorprendió que el sol apenas empezaba a salir y el lugar estaba repleto de gente. Nunca había visto un lugar tan lleno. Siempre se había mantenido lejos de las celebraciones por la misma razón.

Había muchos puestos de venta clandestinos, todos se ubican uno al lado de otro. Los comerciantes eran de edades y características muy variadas.
Se les veía llamar personas a sus puestos mostrando sus artículos, invitándolos a comprar.

—¿Qué le sorprende? ¿Nunca había venido a un sitio así? — él negó con la cabeza —Era de suponer, una persona como usted nunca pisaría esta tierra a voluntad propia — dijo ella.

—Se equivoca.

—¿Es o no es así? — Earline mostró una mirada desafiante.

—Es así, pero no porque sea el Emperador.

—Como sea. — se encogió de hombros —Buscaré algo por allá, sígame y por nada del mundo se separe de mí. Este lugar es muy grande y al haber tanta gente puede llegar a perderse.

—Como usted mande.

Ambos caminaron entre el tumulto de personas, agradeciendo pasar desapercibidos gracias a  sus capas oscuras. Earline se estuvo parando puesto por puesto buscando el regalo tan especial y único que quería para el Emperador.

Y se encontraba Heinrey perdido en su mundo, aprendiendo y sorprendiéndose con todo lo que veía. Y cuando Earline le avisó que ya se irían, ambos volvieron a la residencia.

—¿Viene a menudo aquí?

—De vez en cuando.

—¿Por qué no viene más a la tarde?

—Si lo ve así de lleno ahora, en la tarde lo estará más, así que era lo mejor.

—Al menos puede pedirle a un guardia que la acompañe, no venir sola a este lugar.

—Yo sé defenderme, Majestad. Y nunca he sido atacada viniendo aquí, siempre me cubro. — ella explicó, señalando su capa por unos momentos. —Agradezco su preocupación, pero le aseguro que no es necesaria.

Heinrey no respondió más. Únicamente se dispusieron a continuar con su camino en silencio. Y cuando llegaron a la residencia, ambos se dirigieron a sus dormitorios como si recién se habían levantado.

Earline no había pegado bien el ojo cuando la puerta de su dormitorio se abrió abruptamente; su madre fue corriendo hacia la cama con la intención de "despertarla"

—¡Earline! ¡Levántate!

Ella tuvo que fingir que recién se había levantado, soltando un bostezo y respondiendo:
—¿Sí, madre?

—¡Despierta ya! El Emperador va a marcharse y debes darle la despedida.

—Cierto.

—Llamaré a las criadas para que te ayuden a lavarte y arreglarte. Hazlo rápido. — así mismo como entró, salió de la habitación muy de prisa. Y pocos minutos después, llegaron dos criadas a ayudar a la condesa con su rutina matutina.

Vistiéndola con un hermoso vestido amarillo, y joyas sencillas como le eran de gustar. Zapatillas color beige con un pequeño tacón, y un peinado precioso con perlas en su sedoso cabello dorado.

Simplemente maravillosa

Cuando Earline bajó al primer piso de la casa para su encuentro, todos los presentes se quedaron maravillados con su extraordinaria belleza. Su señora estaba más hermosa que nunca el día de hoy.

Tú serás mi EmperatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora