12 | Huéspedes

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Un día después, el Emperador llegaba al palacio Imperial junto con la condesa y su familia. Después del incendio, estuvieron un día haciendo parada mientras ella recibía atenciones médicas, y hasta ahora se habían podido trasladar al palacio.

Cuando se bajó del carruaje, su madre fue la primera en recibirlo, envolviéndolo en un fuerte abrazo y preguntándole si estaba bien.

—Estoy bien madre, no me sucedió nada.

—Te arriesgaste mucho. Y sabes que el médico dijo que no podías transformarte hasta dentro de tres meses.

Heinrey empezó a dar órdenes, pidiendo que lleven a la condesa y a su familia a sus respectivos dormitorios asignados. Cuando se aseguró de ello, fue más calmado hacia su despacho, con la Emperatriz madre, siguiéndolo detrás.
Hablándole, y reprochándole por haberse arriesgado por la condesa.

Pero él no tenía tiempo, ni interés en escucharla, únicamente quería asegurarse de que Earline –quien se encontraba en estado de inconsciencia todavía– esté cómoda y bien.

Rápidamente, la Emperatriz madre notó que estaba haciendo ignorada por su hijo. Y con voz firme le dijo:

—Heinrey Ajax Lazlo. Detente en este mismo instante.

Ante el insistente llamado, él no tuvo más opción que detenerse, girándose hacia su madre y preguntando:

—¿Qué deseas, madre? — el tono de su voz demostró lo fastidiado que estaba.

—Te estoy hablando.

—Estoy escuchando — afirmó él

—¿Por qué te pusiste en peligro? — inquirió —Cuando me enteré de lo que hiciste, no sabes cómo me sentí.

—Tuve que hacerlo. Y estoy bien. — afirmó, caminando hacia una estantería y tomando un libro cualquiera. Leer lo ayudaba a despejar su mente, y en este momento lo necesitaba mucho.

—Te arriesgaste demasiado, sabes muy bien que si algo te pasa, Rey no podrá tomar tu lugar, y lamentablemente tu padre tampoco.

—Estoy bien. Y no muestres tanta preocupación por mí, ten en cuenta que estuve en la guerra y volví de allí victorioso y con vida — le recordó, pero la preocupación de una madre era más fuerte.

—Fueron situaciones muy diferentes.

—Sí, pero en ambas situaciones arriesgué mi vida, y en la primera no te preocupaste tanto. — respondió, recordando tristemente como su madre lo trató indiferente días antes de que él fuera a la guerra.

—Heinrey...

Hubo un gran silencio, ni ella ni él tuvieron algo más que decir, por lo mismo Heinrey se despidió y se dispuso a continuar con sus asuntos, pero ella dijo unas últimas palabras que lo hicieron detenerse al instante.

—Tu padre quiere hablar de algo urgente contigo. Ve a verlo hoy. — él tardó un poco, procesando lo que había escuchado. Pero simplemente le mostró una afirmación con la cabeza, y cambió su camino para dirigirse hacia los aposentos de su padre, el anterior Emperador.

Cuando estuvo frente a las grandes puertas oscuras, se detuvo. Debatiéndose en sí entrar o no. Tenía tanto tiempo que no visitaba a su padre, que hasta le daba vergüenza verlo a la cara de nuevo.

Mientras pensaba, una voz ronca y fuerte le habló desde el interior de la habitación: —Entra hijo, ya sé que estás ahí.

Heinrey suspiró, recordando que un lobo Alpha podía identificar olores a distancia. Abrió la puerta tranquilamente, y se adentró en el gran dormitorio de paredes oscuras, cerrando la puerta detrás de él.

Tú serás mi EmperatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora