13 | Yo decido

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En una habitación muy diferente a la suya, Earline se despertaba. Mirando a su alrededor sin conocer su ubicación actual.

«¿Dónde estoy?» — se preguntó, sentándose lentamente sobre la cama, notando que su cuerpo se sentía algo mareado y se vio en la obligación de recostarse de nuevo. Lo último que recordaba era que su cuerpo se había desplomado mientras buscaba la joya imperial.

«¿La había recuperado al final?» Earline esperaba que sí.

Su casa se había incendiado y todo era un desastre, de repente, solo pensó en su familia, esperando que estén bien. Pero ninguno estaba ahí con ella.

—¡¿Mamá, Eric?! — llamó.

Ella se levantó de la cama a puras penas, dirigiéndose hacia la puerta para salir a buscarlos, Donde sea que se encuentren, solo quería verlos y asegurarse de que estén bien. Su estómago se devolvió de tan solo pensar en que les había ocurrido algo a alguno de ellos.

Una persona abrió la puerta de la habitación, y Earline fijó instintivamente su mirada allí. Aquella persona cerró la puerta tras de sí, y para sorpresa suya, la condesa estaba despierta. La mujer se acercó muy rápidamente hacia ella.

—Condesa, ¿Se encuentra bien? — Earline miró extrañada a la mujer que parecía estar preocupada por ella. —¿Cómo se siente? Por favor vuelva a la cama. — ella hizo el intento de tomarla del brazo para guiarla, pero Earline no se lo permitió.

—¿Quién es usted? — ella jamás había visto ese rostro —¿Dónde está mi familia? — inquirió

—Una disculpa, mi Lady, debí presentarme. — la mujer hizo una corta reverencia —Soy su cuidadora, Katrina — se presentó —Llamaré a sus familiares de inmediato.

La mujer, –que ahora conoce por el nombre Katrina– salió muy rápido de la habitación, sin haber permitido que Earline le respondiera.

Ella volvió a la cama por sí misma, tumbándose en ella, soltó un suspiro mientras miraba el techo de la habitación, notando que había unas pinturas hermosas allí. Earline pensó que si no fuese porque escuchó que alguien entró a la habitación, podría pasarse horas admirándolo.

Esta vez venían dos personas con rostros preocupados y alegrados. Tratándose de su madre y hermano menor, quienes fueron rápidamente a abrazar a Earline.

—Gracias a la Diosa que has despertado. — su madre la abrazó con fuerza mientras empezaba a sollozar en su hombro. Earline también la abrazó fuerte, alegrándose de verla sana y salva.

Ella le dio una mirada a su hermano, y este apretó su mano mientras le mostraba una mirada tranquilizadora.

—Me alegra tanto que estés bien, temí que no despertaras más — agregó él,

—¿Qué no despertaría más? — ella repitió algo confusa —¿Cuánto tiempo he estado en cama?

—Tres días — contestó su hermano

—¡¿Tres días?! — aquella declaración le pareció una locura.

—Así es, el médico indicó que inhalaste mucho humo durante el incendio y por eso llegaste a ese estado — le explicó

—Comprendo. Pero, ¿dónde estamos? — ella preguntó, era muy obvio que no estaba en su dormitorio, ni en su casa.

—Estamos en el palacio Imperial — avisó su hermano, y Earline entendió por qué el dormitorio tenía tantos lujos y comodidades.

—¿Qué?

—El Emperador nos hizo el gran favor de darnos un lugar donde quedarnos mientras nos recuperamos.

Tú serás mi EmperatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora