Fate stay night:Tinta blanca

Capítulo 9: La marea pasa

Se despertó bajo un techo desconocido, maldiciendo en silencio a Evangelion por hacer que usara esa frase. Pensando en el día anterior, comenzó a recordar la batalla e inmediatamente deseó no haberlo hecho. Gimiendo, se tapó la cara con la almohada y se acurrucó más profundamente en la cama, con la cara enrojecida. La batalla estuvo tan reñida que terminó en un enfrentamiento entre él y Chaos. Él casi muere. Él casi muere. Sus manos casi empezaron a temblar pero lo consiguió bajo control. Hacía tiempo que había superado la etapa en la que se volvía loco por el combate. De hecho, admitió en privado que realmente disfrutaba el combate y que el enfrentamiento contra Nrvnqsr fue adecuadamente dramático. Probablemente recordará esto con cariño en el futuro cuando supere lo idiota que fue.

Pasos sonaron fuera de la puerta. Probablemente fue Sumire quien pensó que había venido a darle una reprimenda épica. Efectivamente, la Ancestral Apóstol rubia entró en la habitación con su bikini habitual. Contrariamente a las expectativas, tenía una sonrisa en su rostro, la misma sonrisa que tendría antes de involucrarse en algún comportamiento coqueto. "Así que Shirou", dijo ella. "¿Qué es eso que escuché sobre que derrotaste al décimo?" Caminó hacia él lentamente pasando sus manos por su pecho. "Qué cosa tan valiente que has hecho".

Shirou de repente se encontró incapaz de moverse ni siquiera una pulgada. Alcanzó sus circuitos mágicos pero parecían tan lejanos. Mirando hacia arriba, sus ojos se abrieron cuando vio que la parte superior del bikini se rompía y caía al suelo, revelando un par de senos extremadamente agradables que distraían mucho la mente de Shirou de trece años. Sumire luego dio un paso adelante e inclinó sus labios rosados ​​hacia los de Shirou y luego se movió lentamente hacia abajo.

"Detente", gritó repentinamente Shirou con las manos sobre los hombros del imitador de Sumire en topless. Luchó por mantener sus ojos en los de ella a pesar de la vista mucho más seductora debajo de su cuello. "Esto es un sueño, ¿no?", Dijo Shirou. "Realmente no me he despertado. Tiene sentido por qué no puedo sentir mis circuitos mágicos". Shirou pensó en todo lo que tenía que hacer para poder moverse. Se había visto obligado a usar su magia para cambiar la descripción de su cuerpo de [inmóvil] a [móvil]. Shirou gimió mientras pensaba: "Sí, mientras pueda mantener la cabeza despejada, nunca habrá un momento en el que no pueda usar mi magia".

"Pero eso es suficiente sobre mí", dijo Shirou una vez más mirando los pechos del impostor de Sumire. "No esperaba tener un intruso en mis sueños, por favor muestra tu verdadera forma".

Ante esto, la impostora de Sumire simplemente negó con la cabeza.

"Ya veo", dijo Shirou sin dejar de examinar el magnífico par de pechos frente a su rostro. "Entonces, ¿quieres hacerme algún daño?" Una vez más, la impostora negó con la cabeza. "Entonces veo que era un tipo de regalo extraño". La impostora asintió con la cabeza una vez.

Shirou suspiró para sí mismo mirando hacia abajo, "Qué idiota colosal envía a un niño a un súcubo". De repente se dio cuenta. "Oye, no eres del tipo hablador, ¿verdad? Quiero decir, si hablo contigo, ¿puedes guardar un secreto? Solo", dijo Shirou sonando derrotado. "Realmente necesito a alguien con quien hablar ahora mismo".

La impostora de Sumire se levantó y la parte superior de su bikini volvió a aparecer en su lugar. Una silla apareció de la nada y ella se sentó y miró anticipadamente a Shirou.

"Está bien, está bien. No es fácil decir esto", vaciló Shirou. "Soy una persona muy orgullosa. Se trata de ser un mago". Ante esto, los ojos de la impostora Sumire se abrieron y ella comenzó a verse un poco agitada. "Oh, reconoces esa palabra. Por supuesto que debes haberlo hecho. Mago del cuarto, ese soy yo", dijo con una sonrisa débil. "Y tengo circuitos asombrosamente buenos. Eso no es fanfarronear sino simplemente un hecho". La débil sonrisa de Shirou fue reemplazada por una adecuada. "Y me encanta, adoro absolutamente la hechicería y hace mucho tiempo que me enamoré de mi propia magia. No hay nada que me guste más que llegar a casa después de un largo día y relajarme descubriendo cosas geniales. E incluso eso no es nada comparado con la sensación de usar cosas geniales contra aquellos contra los que tengo que luchar.