Fate stay night:Tinta blanca

Capítulo 34: Dioses y monstruos

"Aparentemente no es del tipo acertijo", reflexionó Shirou mientras esquivaba la carga de la esfinge que enfriaba el agua en el aire para compensar el calor de la Bestia Divina. La bestia inmediatamente se abalanzó sobre él al comienzo de la pelea. Sin embargo, su estocada se convirtió inmediatamente en un deslizamiento incontrolable cuando Shirou congeló la acera. La pelea resultante fue casi vergonzosa de ver. La esfinge tenía una gran cantidad de poder y su misterio la habría hecho invulnerable a todas las armas, excepto a las más poderosas. Su velocidad también era fenomenal y el calor a su alrededor habría matado a cualquier humano normal al instante y quemado gravemente a la mayoría de los sirvientes.

Desafortunadamente, las fuerzas que se habían alineado contra la criatura no consistían en la mayoría de los sirvientes. Una multitud de flechas de luz penetraron la piel de la bestia mordiendo carne y hueso. El sirviente de Rin avanzó radiante con poder, mucho mayor de lo que había mostrado en las noches anteriores y se enfrentó cara a cara con la colosal criatura, su espada clavándose profundamente en la carne de la criatura. Y Shirou usó completamente su ventaja de tipo empapando a la bestia en llamas con agua y luego congelando el agua en hielo que salpicaba la piel desgarrada de la bestia.

Después de medio minuto, la otrora noble y orgullosa bestia se había reducido al estado de un perro callejero golpeado. Como si desafiara su destino seguro, la bestia rugió, su ojo restante brillaba dorado y cargó contra la persona más cercana que resultó ser Shirou. Shirou sonrió y le hizo señas a Rider para que bajara, estaba un poco molesto porque, a pesar de las cinco balas que le puso a la criatura, no pudo sacarle un ojo como su sirviente y decidió lograrlo usando una habilidad que había poseído por un tiempo. pero no se había utilizado correctamente en combate real.

Canalizando prana a una parte especial de su corazón, sintió que el mundo se ralentizaba a su alrededor, la criatura cargada ahora se movía a un ritmo significativamente más lento. Doblando ligeramente las piernas, miró a la criatura y saltó sobre ella. La criatura golpeó su pata en un vano intento de repeler su ataque y él se repelió de la extremidad extendida y sobre su cabeza. El mundo casi se detuvo por un instante y disparó la única bala hacia el ojo de la bestia, el órgano lleno de líquido se rompió cuando la pieza de metal tallada con runas se abrió paso en la abertura reciente y entró en el cerebro. El mundo acelerándose de nuevo Shirou aterrizó sobre sus pies y con un chasquido de sus dedos activó las runas talladas en la bala.

Detrás de él, la bestia se sacudió una vez y luego cayó y su cuerpo se convirtió en arena al hacerlo. Shirou siguió caminando hacia adelante y abrió la boca, probablemente para hacer algún comentario ingenioso antes de caer de bruces.

Por un momento todos guardaron silencio. Había una mirada de abyecta incredulidad en el rostro de Rin, mientras que su sirviente tenía una leve sonrisa que trató de ocultar sin éxito. Ishtar se estaba riendo para sí misma de manera desenfrenada.

Shirou se levantó del suelo ignorando los eventos del segundo anterior. "De todos modos, lo he reducido a algunos posibles faraones", dijo en silencio, maldiciendo la desorientación que venía como un inconveniente de esa habilidad heredada.

"Es Ramsés", lo interrumpió Rider.

"Tuviste que arruinar mi diversión", dijo Shirou molesto. "Iba a comenzar en Thutmosis III, luego pasar a Hatshepsut y luego a algunos otros antes de llegar al correcto".

"Todavía podrías darle otra oportunidad", le dijo Rider con una sonrisa burlona en los labios.

"No", dijo Shirou enfadado. "Obviamente es Ramsés. Este es un templo jodidamente grande y él es el faraón conocido por construir monumentos. Aún así, esto no es bueno", reflexionó Shirou en voz alta. "Si nos guiamos por la regla clásica de mayor = mejor que él te esté pisando los talones, Rider.