- ᶜᵃᵖⁱᵗᵘˡᵒ ⁴ -

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- No... n-no te creo -negué con
voz temblorosa y entrecortada mientras llevaba las manos hacia mi cabeza sobándola constantemente tratando de procesar lo que estaba pasando. No podía ser posible que Ari me haya dejado por alguien más ... ella me prometió que estaría siempre a mi lado-

- Créelo Samantha, es la verdad, y la verdad nunca cambia -se acercó poco a poco a mi lado y colocó su mano lentamente sobre mi hombro acariciándolo incesantemente. Ya veo por qué Ama no quería contarme nada, supongo que no quería que fuera a buscar a Ari, ella es feliz lejos de mí y con otros brazos que pudieron darle lo que yo no pude durante tanto tiempo-

- Necesito hablar con Ama... no puede ser posible -reaccioné. Limpié las lágrimas depositadas en mis mejillas mientras buscaba mis muletas con la mirada para levantarme, quería encontrar alguna explicación a la decisión de Ari, ¿Como podía dejarme tan fácilmente?-

- No no no quédate aquí, te puedes lastimar -negó con nerviosismo jalándome del brazo haciendo que me sentara de nuevo en el sofá, se hincó frente a mi para poder observar mi rostro con facilidad y limpió mis lágrimas con sus pulgares cautelosamente-  Sé que es duro Sam.. pero tienes que dejar de buscarla. Ari le prohibió a Ama que te contara la verdad, pero yo no quiero que vivas engañada toda tu vida creyendo que te ama cuando no es así -dijo sosteniendo mi cara con cuidado para ver mis expresiones más de cerca. Me sentía rota-

- ¿P-Por eso Ama no quiere contarme nada?... Ari me mintió -sollocé entre las manos de Rocío empapando sus dedos con lágrimas que no paraban de salir de mis dos luceros marrones-

- Lo siento Samantha, en verdad lo siento -dejó de acariciar mi rostro por un momento uniendo  nuestros cuerpos en un abrazo tranquilo y reconfortante, hasta cierto punto, pues sus abrazos no llegaban a ser ni la mitad de fortificantes como los que solía darme Ari cuando todo estaba yendo mal, ella siempre estaba en los momentos más bajos de mi vida para darme un gran abrazo acompañado de un "Todo va a estar bien" que curaba hasta la más profunda de mis heridas-

- Vete. -dije desde su espalda con voz rígida aunque un poco temblorosa, separándonos bruscamente del abrazo-

- ¿Qué? -cuestionó observando mi rostro completamente decepcionado, se alejó lentamente paseando su mirada por mis ojos totalmente confundida-

- Vete Rocío -objeté mientras tallaba mis ojos sin cuidado y regresando a mi expresión firme de antes. Trataba de ocultar lo devastada que me sentía, pero mis ojos no saben guardar secretos-

- P-Por qué quieres que m-

- ¿No entendiste?, vete. -clavé mi mirada con desprecio entre sus ojos mientras señalaba con mi dedo índice la puerta. Quería estar sola, quería que todos se fueran a la mierda. Todos son unos traidores-

- Está bien, pero por favor déjame cuidarte Samantha, quiero que estés bien -rogó cual niña malcriada haciéndome su típica mirada manipuladora de siempre, pero esos ojos ya no me causaban nada-

- No me hagas hablarte mal, sólo lárgate, no quiero ver a nadie -repuse a viva voz examinando la reacción de la contraria, mientras, yo luchaba conmigo misma para tratar de contener un segundo más mis lágrimas, no quería mostrarme débil-

Hubo silencio. Rocío no dijo ni una sola palabra, sólo tomó su hoddie y se levantó de donde se encontraba. Sin mirarme a los ojos, tomó su bolsa y se dirigió hacia la puerta.

- Ari no quería casarse contigo, estaba esperando a que pasara algo para largarse de tu vida -finalizó con voz sólida. Lo que más me asustaba era su rostro, lucía enfadada y bastante seria. Su tono de voz se volvió enteramente frío, aunque ni siquiera se había dado la vuelta para verme mejor, podía sentir su vibra grávida envolver toda la habitación- Y ahora no llores Samantha, te lo dije. Te dije que te quedaras conmigo -se dió la vuelta justo en la puerta de mi departamento analizando con cautela lo poco que se veía de mi rostro cubierto por mis manos, pues a pesar de la distancia que había entre las dos, la pelinegra pudo percatarse de mi llanto rebosante desde su ángulo-

𝟖𝟖𝟖 - 𝖱𝗂𝗏𝖺𝗋𝗂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora