-ᶜᵃᵖⁱᵗᵘˡᵒ ⁷ -

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- ¿Quieres café?... ¿o algo de tomar? -preguntó la peli negra con voz temblorosa tomando asiento a un lado de Samantha, la cual se encontraba recostada con una cobija calientita en el sillón de la sala de Ama, completamente paralizada-

- No vengo a tomar café Ama, quiero que me escuches -replicó la rubia, acogiéndose más dentro de la cobija y pegando suaves escalofríos. La lluvia había caído, parecía que el cielo estaba deshecho y las nubes tristes. Todo pintaba a que iba a ser un día duro y nostálgico, que quedará gravado en el alma de Samantha por el resto de su vida-

- Bien... ¿Qué ocurre Sam? ¿Por que vienes... así como así? -cuestionó Ama tomando asiento cerca de Rivers, incorporándose a centímetros de ella. Sus miradas se cruzaron, y no hizo falta decir ni una palabra, Samy se quebró en llanto escondiéndose entre sus rodillas y ahogando sus sollozos entre ellas; aún no estaba lista para hablar, seguía procesando todo lo que acababa de descubrir por su propia cuenta- Hey hey... no.. -repuso en voz baja tomando a la rubia de la cabeza acercándola a su pecho, mientras colocaba su barbilla sobre su cabeza, buscando hacerla sentir segura-

- ¿Cómo fui tan pinche imbecil? -siguió llorando, aún ahogando sus palabras débiles entre sus rodillas-

- ¿Por qué te dices así?... me estás preocupando Rivera -Ama alejó levemente a Rivers de su pecho buscando descubrir su rostro, y al hacerlo, una imagen devastadora se plantó ante sus ojos; Samy se encontraba completamente pálida, con los ojos enrojecidos y llenos de lágrimas, los labios resecos y la nariz roja y humedecida. No hacía falta preguntarle nada, la forma en la que miraba a Ama desbordaba dolor y sufrimiento-

- P-Por que lo soy -dijo limpiando con una mano su nariz, mientras seguía clavando su mirada dentro de los ojos de la contraria, causando impacto en esta-

- Te enteraste... ¿Cierto? -Ama tomó una expresión seria, fría y preocupada. Cabe recalcar que Ama no era muy buena guardando secretos, tenía que ser alguna causa de fuerza mayor para que Ama lograra contenerse, y cuando lo hacía, no podía evitar alejarse de la gente y aislarse completamente de todos para evitar sentir culpa. Samantha sabía que ella tenía que ver algo en toda la situación, pues todas las actitudes extrañas que ella tomaba al hablar del tema comenzaban a tomar sentido-
Sabía que no te podía guardar el secreto durante mucho tiempo. Fallé -prosiguió, agachando la cabeza lentamente, y mirando el piso de la sala con una lagrima ubicada en su mentón y perdiéndose entre su cuello con suavidad. Ama se sentía culpable y muy patética, sabía cual era el destino después de esto, y a pesar de eso, una sonrisa deleitó su rostro, mostrando repentinamente preocupación en la rubia-

- Ama... ¿Cómo pasó? -se quebró su voz, cayó una lagrima por su mejilla y sus manos comenzaron a temblar cada vez más; sus ojos empezaron a rondar los de Ama, buscando algo de verdad entre sus pupilas, pero lo único que obtuvo fue un suspiro largo y pesado aún con una sonrisa amenazando su rostro-

Ama se levantó de su asiento lentamente dirigiéndose a la cocina, sacó de un cajón y una pequeña caja de madera, que trajo en seguida hacia donde se encontraba Samantha tirada en el sillón, aun helada. Lentamente abrió la caja, luciendo fotos de Ari en múltiples escenarios, incluso con Rivers; y a un lado, se podía apreciar una pequeña agenda color morado, bastante deteriorada y llena de polvo.

- Wow... esta es su "Bitácora mágica"... -Samy levantó con cuidado la agenda, sin poder evitar que se propagara una tenue sonrisa de lado, recordando todas las veces en las que Ari se enfadaba con Samantha por tocar su "Bitácora mágica" sin su permiso-

- Su... ¿Qué? -preguntó Ama confundida, pues a pesar de ser mejor amiga de Ari también, no tenia ni idea de que Ari le llamaba así a su diario-

- Aquí está todo lo que ha vivido, cada día muy importante que vivía lo narraba aquí. Tiene esta cosa tiene desde que la conocí -abrió lentamente la agenda, dejando ver todas y cada una de las páginas de esta, todos los recuerdos plasmados en cada hoja de la que solía ser la "Bitácora mágica", de Ari-

𝟖𝟖𝟖 - 𝖱𝗂𝗏𝖺𝗋𝗂 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora