"Este lugar es seguro..."
Dijo aquel hombre, quitadose la máscara de gas que cubría su pálido rostro. Era caucásico, a finales de sus treinta posiblemente. Varios años más joven que papá, aunque realmente no lo pareciera. Su cabello castaño estaba completamente enmarañado, muy a juego con su barba de varios días y mirada imposiblemente cansada.
Extendiendo su mano para ayudarme a levantar del suelo, me dijo que su nombre era "Spencer", preguntando también si estaba herida o algo así, pero para mí fortuna, una vez más lo había logrado. Seguía estando entera de algún modo..
Aunque mis piernas aún seguían pulverizadas por la carrera, acepté su ayuda, me levanté del suelo y le dije mi nombre, también que no había de que preocuparse. Luego le pregunté en dónde estábamos, pero indiferente, solo respondió: "A salvo".
Sin nada más que agregar o siquiera comprobar si de verdad me encontraba bien, Spencer caminó de regreso al interior del almacén, envuelto en un aura de frialdad e incluso apatía que me resultaba absurda, especialmente considerando que solo minutos antes, habíamos sido perseguidos por dos de esas criaturas. Incluso dejó atrás su máscara, ignorando por completo si volvería a necesitarla más adelante.
La extravagancia de aquel sujeto era más que evidente, de eso no había duda, pero aún así yo solo podía pensar en Meiko.
Corrí trás él, ansiosa por saber en donde se encontraban "todos los demás". Otros civiles, el ejército, FEMA, ¡quien fuera! Pero la respuesta que obtuve fue tan puntual como directa. Ya no quedaba nadie más en ese lugar, solo él, y ahora yo...
El campamento entero había sido arrasado solo un par de semanas atrás. Los pocos sobrevivientes que lograron escapar se habían dispersado o huido de la ciudad junto con las tropas en retirada. Aquel lugar ya no era un campamento, ni siquiera un refugio, solo otro pueblo fantasma asolado por las criaturas.
Por supuesto que mi primera reacción fue de incredulidad. Era el ejército de quien estábamos hablando, la Guardia Nacional de California. Sí ellos eran la mitad de buenos que mi padre, entonces era imposible que hubiesen caído tan fácilmente...
Sospeché de inmediato que el sujeto me estaba mintiendo o quizás jugando alguna clase de broma retorcida, pero bombardearlo con mil preguntas tampoco llevó a nada en concreto.
Cansado de intentar convencerme de lo evidente, Spencer suspiró con impotencia antes de volverse hacia mí y preguntar molesto:
-"¿Entonces dime tú en dónde están? Porque yo no los veo...".
No se si me lo gané a pulso, pero supongo que lo saqué de sus casillas. Se disculpó conmigo casi de inmediato, pero sus palabras tan duras finalmente me habían hecho entrar en razón...
Había visto el campamento abandonado con mis propios ojos, e incluso encontramos a dos de esas criaturas dentro de la barrera. Era evidente que Spencer no mentía sobre lo sucedido en este lugar. Los militares ya no estaban aquí, solo quedaba él, así que ahora, solo él podría ayudarme a volver con Meiko... Suponiendo claro, que estuviera dispuesto a hacerlo...
Todavía sujetándolo de su ropa con todas mis fuerzas, le dije a Spencer que mí amiga seguía afuera, y que debíamos ir a rescatarla lo antes posible. Me preguntó dónde se encontraba ella exactamente, pero yo solo sabía que la ví salir del campus luego de separarnos.
No sé realmente que repuesta estaba esperando, pero escuchar a Spencer afirmar con tanta seguridad que en tal caso, Meiko solo debía mantenerse alejada de aquí y nada malo le sucedería, ciertamente no fue algo que me dejara muy satisfecha que digamos.
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10 000 ROENTGENS
Science FictionEn un mundo devastado por la radiacion, dos chicas solitarias, separadas por la barrera del idioma, sobreviven juntas a una invasión alienígena imparable. A lo largo de su interminable camino, viajan por las devastadas carreteras y rutas del estado...