Diez dias habían pasado desde que dejamos atrás Bakersfield. Sin un destino claro pero suministros abundantes, seguimos nuestro camino hacia el norte de California, evitando Central Valley y los desolados bosques irradiados del parque nacional Sequoia, optando en su lugar por los caminos rurales de las zonas aledañas al Valle de la Muerte.
El paisaje a nuestro alrededor era impresionante; colinas áridas cubiertas de matorrales, grandes rocas, plantas espinosas y antiguas cercas de alambre oxidado flanqueando el camino hasta perderse de vista. Jamás pensé que lugares así pudieran seguir existiendo en el presente, literalmente parecía algo salido de una película del viejo oeste o aquel videojuego de vaqueros que papá jugaba cuando yo era niña. Algo tan majestuoso y lejano que casi me hacía olvidar los horrores que podrían seguir merodeando entre las arenas.
Según el mapa de Spencer, al parecer habíamos entrado en el condado de Inyo. Fuí niña exploradora hasta los 11 años, pero no iba a fingir que aún recordaba cómo leer una de estas cosas. Sin mi teléfono para guiarme, era obvio que estaba asumiendo muchas cosas, pero al mismo tiempo no sentía que estuviésemos pérdidas o algo por el estilo. Era una corazonada firme y el paisaje árido pero amistoso, nos invitaba a seguir adelante.
En cuanto a Meiko, las cosas no habían cambiado mucho, pero al mismo tiempo, eran completamente diferentes. No eran solo los besos fugaces por el camino, o la forma en que ella se acurrucaba en mis brazos antes de dormir. Literalmente se trataba de nosotras, y todo lo que había pasado desde Bakersfield.
No sabía cómo explicarlo, pero nos sentíamos conectadas todo el tiempo. Una sintonía más allá de las palabras, donde estas parecían importar cada vez menos cuando se trataba de entendernos e incluso el más pequeño gesto podía significar tantas cosas. No éramos solo dos chicas enamoradas, sino de algo más. Algo especial y diferente, magico. Una suerte de complicidad que se volvía cada vez más fuerte con el pasábamos juntas.
Se que no puedo tapar el sol con un dedo y ni siquiera iba a intentarlo. Meiko y yo, las dos éramos mujeres. Un tipo de relación que siempre trae complicaciones, y no me refería únicamente a las personas que no les gusta la idea, o por el contrario, les gusta demasiado, sino más bien a uno mismo. El darse cuenta y aceptar lo que desde siempre fue evidente, por más que trataste de ignorarlo, era siempre el paso más difícil.
Desde algo tan simple como la forma en que veía a Clancy en la escuela y lo que sentía cuando era más cercana con Dakota que conmigo, hasta aceptar que aquellos no fueron juegos, ni hechos aislados, sino experiencias románticas tan reales como un beso...
Primero estuvo Olivia, hace un par de años. Una chica de último grado, originaria de Oklahoma. Cuando la conocí, seguro tenía la misma edad que yo tengo ahora o quizá un poco más. Su piel era blanca y su cabello dorado, aunque seguido se teñía las puntas de rosa.
Era capitana del equipode voleibol femenil. Una jugadora estrella que aparecía siempre en sus fotos de perfil levantando los trofeos que luego eran exhibidos en las vitrinas de la escuela.
Llegó a mí vida justo después que Dakota y Clancy lo hicieran. Simplemente se me acercó en el almuerzo y la amistad floreció rápidamente. Yo aún no sabía que era lo que estaba sintiendo realmente, pero se seguía haciendo cada vez más fuerte con el tiempo.
Un día, justo antes de un partido bastante importante, Olivia me envió un mensaje pidiéndome que la buscara tras los vestidores. Llevaba puesto su uniforme del equipo, y estaba actuando demasiado nerviosa como para ser ella. Supuse que era por el juego, así que trate de calmarla, deseándole suerte a mi manera, pero entonces, ella prefirió hacerlo a la suya...
¿Me pregunto si Olivia St. Clair, alguna vez supo que ese fue mi primer beso? Repentino pero delicado al mismo tiempo. Era buena haciéndolo, se le notaba la experiencia. Estuve en buenas manos, supongo. Pero eso era lo último que podía pensar en ese momento...

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10 000 ROENTGENS
Science FictionEn un mundo devastado por la radiacion, dos chicas solitarias, separadas por la barrera del idioma, sobreviven juntas a una invasión alienígena imparable. A lo largo de su interminable camino, viajan por las devastadas carreteras y rutas del estado...