Capitulo 8

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Potter Manor, con sus imponentes torres y ventanales góticos, había sido un refugio para la antigua familia Potter por generaciones. Aquel día, la luz del sol apenas penetraba a través de las nubes grises, lo que confería a la mansión una atmósfera aún más solemne de lo habitual.

Lord Fleamont Potter, tío de Hadrian, se encontraba sentado en su estudio, un hombre de avanzada edad con el cabello gris bien peinado y una mirada que reflejaba la sabiduría y el peso de la tradición. Había heredado la responsabilidad de cuidar la herencia de los Potter y, aunque las cosas habían cambiado mucho desde la Primera Guerra Mágica, ciertos aspectos de la vida mágica tradicional nunca desaparecían.

El eco de pasos resonó en los pasillos cuando un elfo doméstico apareció en la puerta del estudio de Fleamont. —Mi señor —dijo el pequeño elfo con una reverencia—, los señores Black y Malfoy han llegado y solicitan su presencia en el salón.

Fleamont asintió, no sorprendido. Sabía que esa reunión llegaría eventualmente, pero nunca imaginó que ocurriría bajo circunstancias tan inusuales. Se levantó lentamente, arreglando las mangas de su túnica azul oscuro y se dirigió hacia el salón con la dignidad que caracterizaba a los señores de la casa Potter.

Cuando llegó al salón principal de Potter Manor, Lord Orion Black y Lord Abraxas Malfoy ya estaban esperándolo, de pie junto a la chimenea encendida. Ambos hombres irradiaban poder y autoridad. Orion, con su imponente postura y su cabello negro bien cuidado, tenía una mirada aguda y penetrante que no dejaba escapar nada. A su lado, Abraxas Malfoy, rubio y elegante como siempre, parecía ligeramente más relajado, aunque sus ojos fríos vigilaban cada movimiento.

—Lord Potter —dijo Orion con una inclinación de cabeza, su tono ceremonioso y cortés—. Agradecemos que nos reciba con tan poco preaviso.

Fleamont asintió, tomando asiento en una de las sillas de terciopelo frente a ellos. —Por supuesto, Lord Black. Lord Malfoy. ¿Qué los trae a mi casa en este día tan... gris?

Abraxas fue el primero en responder, sus labios formaron una pequeña sonrisa que no llegó a sus ojos. —No vamos a hacerte perder el tiempo, Fleamont. Estamos aquí para hablar sobre el futuro de nuestras familias. El linaje de los Potter, Prevelle, los Black y los Malfoy son tres de las familias más antiguas y prestigiosas del mundo mágico. Es hora de que esas líneas se unan en una alianza más sólida.

—Esto es más que una simple alianza política —intervino Orion, su tono solemne—. Es una cuestión de asegurar nuestro linaje y nuestro legado. Mi hijo, Sirius, y el hijo de Abraxas, Lucius, son parejas destinadas de Hadrian y nos gustaria que se unieran en matrimonio.

—Lo hablaré con Hadrian—dijo finalmente—. Pero la decisión será suya. No lo forzaré a nada que no desee. Mi responsabilidad es protegerlo, no negociarlo como si fuera un contrato.

Orion y Abraxas intercambiaron una mirada, asintiendo con aceptación. Sabían que esto era lo máximo que podían esperar en ese momento.

—Eso es todo lo que pedimos —dijo Orion, inclinando la cabeza—. Que se le presente la opción y que elija libremente.

Con un último intercambio de palabras formales, los dos señores se levantaron y se despidieron. Mientras la chimenea volvía a encenderse con un destello verde, y ambos desaparecían por la Red Flu, Fleamont permaneció sentado en silencio.

—Hadrian, ¿qué dirás a todo esto? —se preguntó en voz baja, sabiendo que lo que vendría después no sería nada fácil.


Perdon por haber tardado tanto, pero ahora tratare de actualizar mas temprano. 

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