Capítulo 3

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Kate se despierta con un grito ahogado, mirando alrededor de su habitación, exhala un suspiro de alivio cuando se da cuenta de que estaba en su habitación.

Mirando el reloj, gime cuando ve la hora que es. Demasiado temprano, pero al menos logró dormir algunas horas. Sabiendo que no podrá volver a dormirse, Kate se levanta de la cama y se dirige hacia la ventana. Al abrirla, le da la bienvenida al aire fresco del otoño que entra.

El frío la conecta a tierra de alguna manera, recordándole que todavía estaba viva, que ella todavía estaba aquí. Poniéndose un par de zapatillas de tenis, salta por la ventana y llega a la escalera de incendios.

No se molesta con una chaqueta, después del blip ya no tiene frío. Subiendo por la escalera de incendios, se abre camino hasta el techo.

El techo se había convertido en su lugar seguro desde que se mudó al apartamento, era donde se sentía más conectada a tierra. El aire libre, muy por encima del ajetreo de la ciudad de abajo, dándole solo un momento de paz para despejar su mente.

Haciendo crujir su cuello, hace algunos estiramientos antes de ponerse en posición. Tomando una respiración profunda para centrarse antes de pasar por una serie de movimientos, sintiéndose tranquila ante los movimientos practicados.

Cuando aprendió Tai Chi por primera vez, pensó que era una estupidez y una pérdida de tiempo. Prefería sacarle la mierda a golpes a un saco de boxeo para descargar su estrés y sus frustraciones, para tratar de vaciar su cabeza de las pesadillas que había vivido. Pero después de aprender, descubrió que la calmaba. El movimiento constante traía una extraña sensación de paz a su mente.

No estaba segura de cuánto tiempo había estado haciendo el ejercicio, pero cuando terminó, le dolían los músculos y una ligera capa de sudor cubría su piel.

Se sentía en paz, en contradicción directa con lo que normalmente sentía en el día a día.

Su mente por lo general zumba con un millón de pensamientos que van a una milla por minuto. Acostada sobre el cemento duro y fresco del techo, Kate deja escapar un suspiro mientras observa cómo el cielo comienza a aclararse lentamente y los sonidos de la ciudad comienzan a despertar, disfrutando de su nueva paz y relajación.

Debe haberse quedado dormida, porque cuando despierta, el sol le da directamente en los ojos. Dejando escapar un torrente de maldiciones, rapidamente se pone de pie y se dirige a la escalera de incendios.

Al llegar a la ventana de su habitación, se agacha y comienza a trepar cuando siente que alguien la agarra y la tira adentro. Mirando hacia arriba desde donde estaba acostada en el piso de su habitación, ve un arma apuntandola a la cabeza. Reaccionando por instinto, se apresura a tirar el arma, pero antes de que pudiera poner una mano sobre su atacante, se encuentra volteada una vez más. Su espalda golpeando el suelo con tanta fuerza que el aire sale de sus pulmones.

- Me alegro de ver que tus trofeos han sido útiles. - Dice una voz, Kate levanta la cabeza para ver a Yelena de pie junto a ella con una sonrisa de suficiencia.

- Yelena. - Kate gime. - ¿Qué estás...? ¿Por qué...? ¿Cuándo...? ¡Me apuntaste con un arma! - Yelena rueda los ojos.

- Vengo aquí y veo que te has ido. -  Ella dice con una ligera mirada. - Entonces veo que alguien estaba entrando por la fuerza, así que, por supuesto, ataqué.

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