"Identidades" - Shuumatsu no Valkyrie

Capítulo 3 : La gran reunión.

En apenas un parpadeo el tiempo de la gran reunión había llegado, tal y como lo prometieron los Einherjar llegaron justo al amanecer, Buddha se encargó de traerlos a través de los diversos panteones hasta el recinto de las hermanas desde el cual partirían todos juntos.

Brunhild se había recuperado notoriamente, las medicinas del Valhalla eran sin duda una maravilla, y casi podríamos decir que era la misma mujer de acero que desafío a los dioses... pero llevaba la mano de Göl sujeta con fuerza y le había pedido a Hlökk y Alvitr, las únicas dos de las trillizas que sobrevivieron y quienes le seguían en edad a Göl, que se mantuvieran detrás de ella en todo momento.

Para Hrist, la segunda mayor, era obvio el miedo que intentaba ocultar y no mentiría, ella también estaba aterrada. Vio lo que sucedió en la arena, ir a esa reunión se sentía como entrar a la boca del lobo, sin embargo ya estaban aquí y echarse para atrás era dejar que las muertes de sus hermanas fueran en vano.

Buddha notó el comportamiento melancólico de las dos mayores, a veces olvidaba como las cosas banales podían turbarle la mente a uno, con una mordida fuerte rompió la paleta que tenía en su boca, el "crack" del caramelo resonando en todo el silencioso pasillo, frenando el andar de todos

—Venga ya gente. ¿Qué hay con esas caras? —la voz de Buddha sonó tan relajada como siempre, su único ojo observándolos a todos mientras el otro era cubierto por una venda que extrañamente brillaba en un verde claro. —Todos están vivos y hemos ganado, solo falta que se haga oficial con las palabras del viejo Zeus, anímense, no van a matarnos. Además, la dama del libro debe estarnos esperando, vi que el vejestorio tembló ante ella, lo que sea que sea estaremos seguros.

Las palabras de Buddha aligeraron el ambiente y los Einherjar se animaron casi de inmediato, no temían por sus vidas en lo absoluto pero a ninguno le había parecido correcto romper la noble atmósfera que las valkirias se cargaban, Brunhild solo negó con la cabeza, Buddha tenía razón lo peor ya había pasado. Ellos eran los ganadores y estaban yendo a la cueva del lobo no como presas incautas sino como audaces cazadores. Con el ambiente exitosamente relajado el camino hasta la sala de reuniones se sintió ligero.

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El ambiente dentro de la sala central de consejo del Valhalla era tenso, divinidades en las gradas y humanos parados cerca de la puerta, ni siquiera se les permitió sentarse a aquellos que resultaron ganadores en la gran batalla, no eran dignos de ocupar un palco de dioses fue lo que se dijo, aunque por supuesto nadie del lado humano tenía la intención de sentarse y quedar aún más vulnerable.

Al frente de todo estaba Zeus, su trono en medio del escenario y él reposando en el mismo, allí también estaba el ente que tomó posesión de Heimdall, por lo que los dioses sabían el pobre no había sido liberado desde que la batalla del Ragnarok terminó, aunque a decir verdad él y la mujer dorada habían llegado a un acuerdo y ahora el dios sostenía el libro que abrieron las valkirias mientras estaba consciente pero fingía no estarlo.

Pese a la derrota, muchos dioses seguían negándose a reconocer la victoria humana, a regañadientes vinieron obligados hoy por la voluntad de Zeus a presenciar la ceremonia pero ni la mayor de las amenazas lograría que sanarán su orgullo herido.

El padre del cosmos no era distinto a los dioses inferiores en ese aspecto, pese a que reconoció la fuerza de la humanidad durante su batalla contra Adán, era el hecho de haber perdido lo que le molestaba.

—¿Qué sucede pequeño Zeus?

Por supuesto, también estaba ella.

No tenía un nombre definido, este cambiaba con cada generación que gobernaba pero había estado presente desde el principio, las leyes eran tan antiguas como el mismo Caos incluso si él nunca las había escrito, ella ya estaba acompañándolo en ese entonces.