Capítulo 2: El Caos Después De La Batalla

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Luego de que Zeus diera por terminada la revuelta de los dioses y posteriormente se retirará de la arena con Hermes pisándole los talones, todo volvió a  estallar en revuelo, los dioses de las gradas no entendían cómo era posible que el Dios más poderoso del Olimpo cediera tan fácilmente, dejándose de paso insultar por un ente no identificado que había salido de, literalmente, unas malditas páginas empolvadas.

En el centro de la arena, la mujer estaba parada delante de los heridos, firme y orgullosa mientras sostenía la venda en la mano contraría a la de su báculo y les dirigía a todos una mirada soberbia, examinandolos y juzgando su existencia con los ojos, el ataque de hace unos momentos se hubiera repetido de no ser por la intervención de los supremos que se quedaron en el coliseo.

Odin se puso de pie desde su palco, una sola mirada del dios con cuervos en los hombros bastó para que todos los dioses a cargo del nórdico recuperarán de golpe su compostura, las deidades menores estaban rabiosas pero almenos no eran tan estúpidas como para desafiar a un dios de calibre tan alto, quizá también ayudo el hecho de tener al nórdico más fuerte, Thor, empuñando el Mjolnir como si fuera a destrozarlos.

Algo parecido pasaba con las deidades bajo el cargo de los dioses de la India, Shiva había perdido tres de sus cuatro brazos en su encuentro con el mortal pero seguía siendo un supremo, con su único brazo "bueno" reposando en su cintura y sus cinco ojos  mirando con desprecio a los insignificantes revoltosos logró que la gran mayoría de las gradas a su cargo moderará su actitud, aunque esto no fue un hecho generalizado pues hubo quienes en lugar de comportarse frente a quien estaba en la cima de svarga optaron por adquirir una actitud desafiante. Para ellos Shiva había sido reducido a apenas una cuarta parte de su gloria haciéndolo fácil de enfrentar y cómo no, también de derrotar.

En un sistema donde tu posición ha sido ganada mediante luchas, derrotas y enfrentamientos, que los de abajo te desafíen buscando ascender tiene lógica, ¿verdad? Bueno, las deidades inferiores así lo pensaban…

Rudra, quién había llegado hasta el palco donde se encontraban el dios supremo de la India y su familia  notó las intenciones de esos dioses impertinentes, la posición de Shiva no estaba a discusión, él no iba a permitirlo, quizá los peleadores del Ragnarok tenían impuestas ciertas limitaciones con respecto a sus castas  dentro de la arena pero él no era un peleador y los enfrentamientos ya habían terminado por lo que no vio ningún problema en abusar de los beneficios que su casta como Alfa le brindaba.

Rudra se acercó hasta el borde del palco donde se encontraba Shiva y dejó escapar junto a sus feromonas un olor cargado de agresividad y dominio, su posición como el segundo más poderoso de la India no estaba de adorno, era un alfa feroz, dominante e imponente únicamente superado en fuerzas y poder por su amigo de piel morada, mismo que al sentirlo liberar sus feromonas se tenso un segundo antes de sonreír ladino y duplicar su propia presencia, dejando que su poder se filtrara, creando entre ambos una sensación aplastante que obligó a los revoltosos en las gradas a arrodillarse mientras gritaban disculpas e imploraban perdón.

Parvati, primera esposa de Shiva, le agradeció al Alfa con la mirada, la hermosa Beta estaba muy contenta con el hecho de que su esposo tuviera aliados tan leales como el pelinegro;  junto al dios de la tormenta pasó Ganesha, el pequeño vándalo de piel rosada y cabeza de paquidermo había dejado la comodidad de su silla para unirse a su padre en el balcón, sacándole la lengua a todas las deidades arrodilladas de las gradas mientras Shiva negaba con la cabeza, tres ojos a la vista y una sonrisa en su cara, Rudra dejó que la imagen de esa sonrisa lo segara un momento antes de por fin decidir alejarse.

Padre e hijo se quedaron entonces en el balcón observando, la mano buena de Shiva descansando ahora sobre la cabeza del niño mientras este tenía en la cara una sonrisa orgullosa, presumido ante el poder que su familia sin dudarlo demostraba, la imagen frente a los ojos del pequeño le garantizaba grandeza y le prometía un futuro dónde él se encontraba en el mismo lugar que hoy en día pertenecía a su padre, sin embargo esta contemplación de su futuro se vio interrumpida por la voz de Hermes que resonó en el coliseo, en medio de la arena junto al pequeño caos que las hermanas valkirias protegidas por el ente del libro estaban generando, con el Gjallarhorn en mano y un porte elegante el mensajero de los dioses les comunicaba a todos la más reciente voluntad de Zeus

"Identidades" - Shuumatsu no Valkyrie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora