Capítulo 2

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—¡¿Cómo se te ocurre ir hacia allí?!—escucho decir una voz femenina.

—Eso no es lo importante.—responde un chico—. La encontré y...

Dejo de escuchar la conversación mientras abro los ojos. Tengo que parpadear varias veces para aclarar mi vista. ¿Dónde estoy? A primera vista parece que estoy en un médico, o algo así. Miro hacia mis lados desorientada, las voces que había escuchado provienen de mi izquierda, cuando giro mi cabeza hacia esa dirección veo a una mujer alta con una coleta baja regañando a un chico que tendrá mi edad o algo más. No logro ver la cara del chico pero si veo su pelo desde atrás, tiene el pelo negro como el carbón algo largo y ondulado, lleva una camiseta estrecha un poco rara ya que por detrás tiene la espalda al descubierto. Una espalda muy bonita, por cierto. Se nota que está en forma, no me quiero ni imaginar como estará por delante. Ejem, digo... Ejem. Tiene dos tatuajes en la espalda de dos plumas. Bajo mi mirada con interés hacia abajo hasta que me doy cuenta de lo que estoy haciendo, me doy una bofetada mental y me intento incorporar. Suelto un gruñido y cuando logro quedarme sentada me miro a mi misma, tengo una gran venda en el abdomen, un agujero en la rodilla derecha del pantalón y las palmas de mis manos están un poco rojizas, pero a eso estoy acostumbrada.

—Mira, se ha despertado.—dice la mujer a mi izquierda haciendo que desvíe mi mirada hacie ellos al mismo tiempo que el chico se gira para verme y guau. Tiene unos ojos azules como el agua más cristalina, tiene un pequeño pearcing en el labio inferior con un arito negro y su mandíbula es una suave línea marcada. Parece un dios griego.

—Bien.—dice él juntando las manos—. Yo me voy.

—Eh, no.—la agarra de la mujer de la camiseta cuando él da un largo de pasos para irse—. Tú te quedas aquí mientras yo voy a llamar a la enfermera.

—Pero-

—Ni peros ni peras.—le réplica la mujer—. Siéntate mientras que no estoy.

Él pone cara de hastío mientras se sienta con los brazos cruzados en el sillón que hay en el cuarto y la mujer se va, veo que ella tambien tiene la espalda al descubirto y exactamente el mismo tatuaje que el chico. El aludido, se queda mirando al suelo moviendo la pierna arriba y abajo consecutivamente. Tras un par de minutos nota que lo estoy mirando y me devuelve la mirada, la aparto rápidamente poniéndome roja como un tomate.

Nos quedamos unos minutos así, sin decir nada, siento que él va a decir algo pero se ve interrumpido cuando la mujer de antes entra acompañada de una enfermera.

—Oh, bien.—dice esta acercándose a mí—. ¿Cómo te llamas, cariño?—me pregunta en un tono amable y tranquilizador.

—Shasha.—murmuro sin saber muy bien si debería o no.

—Bien, Shasha. Soy Mónica.—se presenta—. ¿Por qué estabas en Macka?

—¿En donde?—pregunto.

—¿Recuerdas algo?

Recuerdo el llegar al bosque y ser atacada por un bicho raro, pero no quiero a arriesgarme.

—No.—miento.

—¿Recuerdas de donde vienes?

—No.

—¿Sabes donde estás?

—Nop.

Ella procede a apuntarlo todo en un cuadernillo y se gira hacia la mujer de antes, le hace una señal con la cabeza y juntas salen del cuarto.

Escucho que el chico suelta un largo suspiro mientras se echa para atrás en el sillón.

—Ya podemos irnos.—anuncia la mujer asomando su cabeza.

MACKA la leyenda de los ingersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora