"¡Maldito niñato! ¡Te voy a cortar como a un sushi!" Gritó un Kaigaku muy enojado desenvainando su espada pero este era detenido por el otro chico.
Aquel chico tenía cabellos amarillos, naranjas y rojos, muy parecidos al fuego, pero eso a Genya no le podia importar menos, ya que se empezó a alejar de ese duo de personas.
"¡Suéltame Senjuro! ¡El maldito se esta escapando!" Advirtió el cazador de mayor edad mientras intentaba soltarse del agarre de su compañero.
"¡Espera porfavor!" Dijo Senjuro a Genya mientras este seguía caminando para marcharse. "... Podemos darte información de los demonios"
Esas palabras detuvieron el andar del niño demonio, el cuál miró de reojo al dúo.
"No te estoy mintiendo si eso es lo que estás pensando, porfavor, ven con nosotros y te explicaremos mejor sobre los desmonios" Volvió a hablar Senjuro más tranquilo al sentir que Kaigaku ya no se removía cómo un loco.
"Senjuro, ¿Estás loco? ¿Le vas a hablar sobre los demonios a un niño que esta mal de la cabeza?" Cuestionó a su compañero.
"No veo ninguna hostilidad en el con los humanos, y no parece estar mal de la cabeza, solo sufrió una muy mala experiencia con los demonios como todos los cazadores hicimos" Explicó Senjuro el cuál soltó a un Kaigaku más calmado y miró de nuevo a Genya. "Porfavor, ven con nosotros y te explicaremos también sobré la organización de cazadores de demonios"
La única respuesta que recibieron por parte de Genya fue el completó silencio, Kaigaku ya se estaba cansando de las tonterías de su compañero, entonces Genya se acercó a los dos, pero mantenía una distancia de tres metros, Senjuro entendió y le indicó a su compañero que caminara.
Genya solo se detuvo unos segundos para recuperar su cadena y sus armas que estaban tiradas en frente del árbol donde retuvo al demonio.
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Genya seguía a los dos cazadores manteniendo una distancia segura, no muy cerca pero tampoco muy lejos para no llegar a perderlos.
Kaigaku tenía una expresión de pura frustración y le enviaba una mirada fulminante llena de enojó a Senjuro, el cazador menor miraba a otro lado nervioso a un Genya que se encontraba a la distancia.
Llevaron minutos caminando hasta llegar al pueblo en el que anteriormente se encontraba Genya y fueron a una casa grande, un hombre anciano recibió a los dos cazadores.
"Porfavor, dejé que el chico de atrás también entre, viene con nosotros" Informo Senjuro y el anciano accedió.
Después de que los dos chicos entrarán a la casa, Genya también lo hizo ignorando la mirada de aquel hombre.
Pudo saborear la lástima que desprendía aquella persona, y no le gustaba para nada dar lástima, no quería esas deprimentes miradas sobre su ser.
Senjuro esperaba a Genya delante del cuarto en donde ellos dos se ospedaban, y entró al cuarto siendo ahora seguido por un Senjuro más animado.
Senjuro cerro la puerta después de entrenar y se sentó a un lado de Kaigaku. Genya se quedó delante de ellos, de pié, un poco alejado.
"Siéntate, ponte cómodo, ésto sera algo largo de explicar si no sabés nada de los demonios." Avisó Senjuro un poco nervioso por la mirada tan fija de Genya hacía su persona.
"Yo ya investigue un par de cosas sobre esas anomalías" Dijo Genya. "Se que el sol los mata, ¿Cómo crees que mate a todos los demonios que me encontré?..."
Eso pareció captar la atención de Kaigaku, ya que el de ojos azules ahora miraba con atención al chico de cabello rapado a los lados.
"Seguramente ya viste cómo los mato. Los ato a un árbol con estás cadenas y espero a que el sol los mate, me aseguro de escuchar sus jodidos gritos de suplicas junto a sus chirriantes lloriqueos, odió cómo me sabe su tristeza, es asquerosa..." Dijo Genya mientras tranquilamente comprobaba el estado de su cadena.
"Una cosa, vi cómo le abrías las tripas al demonio y después ponías algo en tú libreta, ¿Que escribiste?" Preguntó con genuina curiosidad Kaigaku.
Genya lo miró con uns expresión sería y fría, se le quedó viendo fijamente unos segundos hasta sacar su libreta y abrirla, se la mostró a los cazadores pero no dejó que la tomarán
"Podéis mirar, pero no tocar." Genya advirtió mientras les enseñaba el contenido de la libreta.
"... Aquí no hay nada escrito, todos son dibujos" Dijo Senjuro mientras observaba los dibujos de la libreta. "Dibujos de... ¿Las tripas de los demonios?"
"No se escribir, pero se dibujar, y es mucho mejor tener una imagen que una simple descripción con las palabras... Pero no os desvíes del porque estoy aquí, decirme cómo matáis a los demonios con esas espadas" Genya señaló la espada envianada de Senjuro.
"Oh, es verdad, lo siento" Senjuro sacó su espada de su funda y se la mostró a Genya. "Ésto es una espada nichirin, son forjadas a partir de un mineral único que absorbe constantemente la luz solar, una de las debilidades más importantes de los demonios. Estás espadas adquieren un color cuando el propietario la empuña por primera vez, pero hay que tener cierta habilidad, o si no su color no cambia." Explicó Senjuro.
"Pero para poder utilizarla bien y matar a los demonios 'más rápido' hay que usar la técnica de la respiración, que son variadas, hay personas que pueden llegar a tener más de una respiración, pero una se adapta mejor a la persona, a parte, cada respiración tiene posturas, algunas tienen más posturas que otras pero eso no les quita valor" Explicó Kaigaku interrumpiendo a Senjuro. "Yo por ejemplo, usó la respiración del rayo y está tiene hasta seis posturas, yo por el momento puedo cinco de seis posturas" Dijo un poco más relajado y desenvaino su espada para que Genya también la pudiera ver su arma.
"... Cuéntenme más sobre las respiraciones" Dijo Genya bastante interesado en el tema.
Senjuro iba a seguir hablando, pero se calló, Kaigaku pareció saber lo que iba a decir.
"Oye..."
"Genya Shinazugawa"
"Oye Genya... Te propongo un trató que seguramente te beneficiará y tendrás nuestro total apoyo, te diremos todo lo que sabemos ya que vemos bastante potencial en tí"
"¿Que tal sí te vuelves un cazador de demonios"?
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¡MONSTRUO!
Fanfiction"¡MONSTRUO! ¡ERES UN MONSTRUO!" Gritaba un niño de cabellos blancos, su cara poseía tres arrañazos profundos los cuales seguramente dejarían cicatrices de por vida. El niño se encontraba abrazando el cuerpo de un hombre grande ya sin vida. Por otro...