Epístola

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17 de marzo 1978

Querido Wólfram,

Permíteme expresar mi gratitud por el tiempo que hemos compartido juntos, a pesar de que ahora nuestras vidas tomarán caminos separados. Sé que esta carta podría no ser la forma más adecuada de abordar un asunto tan trascendental, pero siento que necesito liberar mi corazón antes de irme.

El vínculo que nuestra familia ha mantenido contigo a lo largo de los siglos ha sido verdaderamente excepcional. Reconozco los siglos de servicio y protección que le has brindado a mi linaje, contra quienes nos ven como monstruos sin saber que lo único que hacemos es cuidarlos. No puedo negar que, en el pasado, mis palabras y actitudes han sido injustas contigo, y lamento profundamente haber proferido términos hirientes. Me disculpo sinceramente por haber teñido con falsas acusaciones tu verdadera naturaleza, te veía como un Upir y no como ser real.

Es importante para mí aclarar que mi decisión de buscar mi camino no está relacionada contigo ni con tus acciones. Entiendo que lo que haces es simplemente seguir el destino que ha sido impuesto sobre ti desde hace mucho tiempo. Sin embargo, anhelo liberarme de la carga que significa ser la última Hexen de mi linaje y sentir que mi vida ha sido predestinada sin mi elección.

No sé si los Elfen pueden oírme, pero les he suplicado que te otorguen la libertad que tanto anhelas, la oportunidad de regresar a la mortalidad y experimentar una vez más las maravillas y las vicisitudes de la vida humana. Confío en que, si escuchan mis ruegos, estarás agradecido por esta posibilidad de renacer y redescubrir el mundo.

Es crucial que entiendas que mis acciones no implican un rechazo a lo que eres. He aprendido a través de las historias de mi madre y abuela que tu esencia no corresponde a la versión monstruosa que me contaron que eras. Sé que eres una entidad con emociones y sentimientos profundos, quizás distintos a los nuestros, pero igualmente válidos.

He visto tu dolor, algo dentro de ti muere con cada perdida, aunque eres inmortal y, no es correcto al menos no para mí. No necesito tu protección, soy lo suficientemente fuerte para cuidarme sola. No estoy y nunca estaré lista para generar el vínculo contigo, y si lo hago no podré irme, serás capaz de encontrarme donde quiera que esté. Sé que no descansaras y me traerás de vuelta, aunque te pida que no lo hagas.

Anhelo una vida propia, donde pueda experimentar las alegrías y desafíos que el mundo tiene para ofrecer. Deseo descubrir el amor y la felicidad, y ser parte de un destino que elija por mí misma. Por eso, tomo la difícil decisión de no vincularme a ti. No deseo hacerte sufrir por mi muerte.

A pesar de nuestras diferencias, te aseguro que te perdono por todo lo sucedido en el pasado. A través de mis observaciones, he comprendido la carga que has llevado por siglos y el dolor que has soportado. Es mi esperanza que, algún día, puedas encontrar en tu corazón la capacidad de perdonarme también.

Si el destino me concede el don de la maternidad en el futuro, deseo que puedas estar presente en la vida de mis hijos, tal como lo has estado en la mía. Confío en que serás un protector sabio y amoroso para ellos, y que les enseñarás las lecciones que solo tú, con tu sabiduría ancestral, puedes ofrecer.

Agradezco todo lo que me has brindado y con la esperanza de que encuentres la libertad que tanto anhelas. Nuestro tiempo juntos ha sido significativo y dejará una huella imborrable en mi corazón. Que nuestros caminos divergentes nos lleven a la paz y la realización personal que tanto buscamos.

Con afecto y esperanza,

Isana.

Day998

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