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Yunho se sentía tan rabioso que incluso se podía imaginar el humo saliendo por sus orejas, tal como un estúpido dibujo animado. Estaba tan furioso que no podía evitar soltar gruñidos de repente, haciendo que quien le pasase por un lado se le quedase mirando con extrañeza. Debido a eso se sentía irritado, porque no podía mover ni un dedo o decir una sílaba porque ahí estaban todos esos entrometidos queriendo saber el contexto de sus acciones, y él estaba caminando simplemente, muy furioso pero de todas formas era algo común.

Ese fue el día en que perdieron un partido y el entrenador le echó toda la culpa encima, porque fue a él quien se le escapó la pelota un par de veces y porque fue a él a quien dejaron en la base como mil veces más, pero eso no era su culpa... Y maldita sea, estaba tan rabioso que al terminar el partido no pudo evitar salir corriendo de ahí cuando se cambió el uniforme. Le cuestionaron si estaba distraído, si había algo o alguien que le estuvo molestando, si tenía problemas mentales o algo así, lo cual Yunho no supo cómo interpretar... Hubo alguien que le sacó de quicio cuando le vio sentándose en las gradas desde lejos, de tantas personas que habían en el estúpido estadio, solamente pudo fijar sus ojos en una, y la menos deseada por cierto.

Fue el día en que perdieron el partido por culpa —supuestamente— de Park Seonghwa.

Yunho aseguraba que por su culpa habían perdido, y por eso se vio en la necesidad absoluta de recriminarle esto en la cara a ese maldito, esa era una razón por la cual estaba caminando tan rápido, porque si tenía la oportunidad podría averiguar ciertas cosas que le ayudarían a acercarse a él rápidamente y darle una lección. Yunho ni siquiera quería atreverse a preguntarle a alguien si sabían en dónde vivía ese ser tan molesto, por lo que averiguarlo por sí mismo era lo más sensato, así llamaba menos la atención.

¿Cómo logró dar con su dirección entonces? Simplemente le siguió, cuando le vio entrar en una tienda de conveniencia pudo tomarse un breve descanso para pensar en si realmente haría todo lo que estuvo pensando, ese idiota estaba de lo más tranquilo, sonriendo en grande a todo el mundo y casi saltando de alegría como si no le hubiese dado mala suerte en su juego. Yunho lo detestaba, realmente lo hacía, por eso no podía dejar pasar la oportunidad de decirle a Seonghwa un par de cosas, como una advertencia de lo que podría pasar si llegaba a distraerlo tal como lo hizo ese día.

El simple hecho de recordar lo inquieto que estaba ese idiota en las gradas, saltando para todos lados como un estúpido gato y riéndose a carcajadas, fue como si todos los presentes se hubiesen evaporado y que Yunho por los nervios del momento solamente pudo poner sus ojos en él, fue realmente molesto... Y no entendía porqué le estuvo mirando tampoco, quizás fue la camiseta de un rosa muy chillón lo que le estuvo quitando la concentración a la hora de cuidar la base.

Yunho suspiró con rabia al recordar como la pelota le pasó por un lado, su reacción un segundo tarde quizás le perseguirá hasta sus últimos días, fue una jugada terrible, cuando pudo tomarla, ya había sido en vano el haber ido tras ella, pues el equipo contrario les llevaron la delantera por su descuido. Saber que esa estupidez había ocurrido hacía menos de una hora le carcomía a cada segundo.

Cuando le vio salir de ahí estuvo bien atento hacia la dirección que iba a tomar, Yunho sonrió al ver cómo Seonghwa se dirigió a un bloque de departamentos que quedaba enfrente del local, supo entonces que no había fracasado en su misión, lo único que le quedaba era esperar; preguntar de puerta en puerta dónde era que vivía ese imbécil y luego darle lo que se merecía, un buen sermón. Yunho estaba seguro que con ello Park Seonghwa no tendría las bolas suficientes para acercarse de nuevo al estadio.

Y eso hizo, fueron tres de los pisos en los que preguntó si Seonghwa residía, pero en el cuarto fue que tuvo éxito. Una señora le dijo que hace rato le había visto llegar, le señaló la puerta en cuestión y Yunho se lo agradeció como tres veces seguidas, pues ya había perdido la cuenta de las veces que tocó puertas y preguntó dónde vivía ese... Ese. Yunho ya hasta esas alturas estaba cansado, harto de él y del peso de su rabia.

❛ A FUEGO。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora