𝕯𝖊𝖆𝖙𝖍, 𝑻𝒂𝒙𝒆𝒔, 𝒂𝒏𝒅 𝒮𝓉𝓇𝒶𝓌𝒷𝑒𝓇𝓇𝓎 𝒸𝒶𝓃𝒹𝓎

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El estudio se inundó de silencio. Los nudillos de Kuzuha estaban blancos contra la empuñadura de su guadaña, las uñas se clavaban dolorosamente en su palma.

Inexplicablemente, pensó en el día de su renacimiento. La fiesta sin invitados, las cajas de almacenamiento intactas llenas de dulces. El sabor dulce y espeso del pastel que Kanae había insistido en que comiera.

Día del renacimiento, un día a veces llamado por un nombre diferente en su departamento.

Día de cosecha.

Aunque Kuzuha a menudo parecía no prestar atención a las palabras descuidadas de Kanae, aún podía recordar muchas de ellas. Los recuerdos medio olvidados de repente supieron amargos.

"Si te llamara, ¿vendrías?"

Kanae inclinó la cabeza hacia atrás, los ojos anormalmente brillantes. -Después de esa primera reunión, no pude contenerme. ¿Sabías que robé tu archivo del departamento de las parcas?

-Probablemente ni siquiera lo hayas visto. Está prohibido que las parcas vean los registros de su propia cosecha, ¿verdad? ¡No es que verlo hubiera traído tus recuerdos...!

El nigromante se rió histéricamente, con la voz quebrada. -Solo está registrada tu vida allí, el tiempo que viviste como un fantasma no está documentado en absoluto. No importa qué, todavía no me reconocerías. Incluso tu cosecha solo figuraba como recuperada después de que un nigromante la resucitara ilegalmente. ¡Mi nombre ni siquiera está allí!

-¿No es esto una broma tan enferma? ¿Sabían lo que estaban haciendo cuando te reclutaron? ¿Cuándo te asignaron a mí?

-¿La persona que más amaba, convirtiéndose en lo que resentía tan profundamente?

Su amarga sonrisa se desvaneció lentamente. -Es bastante malo de mi parte, ¿verdad? Que comencé a odiarlos tanto, durante tantos años... los ángeles de la muerte que solo estaban haciendo su trabajo. Por lo que escuché, el más allá no es un mal lugar en absoluto. Pareces estar bien ahora, ya no tengo lugar para interferir en tu vida...

-He sido egoísta, ¿no? Porque no quiero estar solo, hago que me visites una y otra vez. Y aunque no me recuerdas, te he estado empujando unilateralmente con estas expectativas. Mereces poder empezar de nuevo en el más allá como todos los demás, sin el peso de tu vida pasada...y aquí estoy, más de 10 años después, el tonto que todavía no lo ha superado...

La boca de Kanae se torció. -Lo siento, no soy...una buena persona. No quiero dejarte ir. Aún así, incluso ahora, no puedo evitar odiar a esos segadores, si te reasignaron, si un día la parca que vino a cobrarse fuera un extraño...

-Si no quieres volver a verme, lo entiendo, puedo renunciar a la nigromancia. Realmente no tenía una razón para seguir haciéndolo todos estos años, de todos modos, después de que seguí fallando en llamarte de vuelta. Estaba demasiado atrapado en una vendetta inútil antes, y luego, después de encontrarte de nuevo, seguí dándome excusas a mí mismo, queriendo que me visitaras una y otra vez. ¿No es patético...?

-No sé si significa algo. Pero yo realmente... te considero un amigo. El tú actual, el que conocí hace unos meses. No sé si correspondes a esos sentimientos, pero no me importa, ¿sabes? Me alegro, al menos, por el tiempo que pudimos pasar juntos.

En silencio, Kuzuha observó el rostro de Kanae, su expresión inusualmente arrugada. El pecho del nigromante todavía estaba agitado, exhausto por su propio arrebato.

A Kuzuha le dolía la cabeza. Se sentía como si algo estuviera zumbando en sus oídos, como un ruido blanco ahogando los pensamientos en su cabeza. Había demasiada información para procesar. Una vida pasada...no entendía nada de eso.